El protocolo en el caso de la adolescente que se suicidó en Oviedo: «Separación física en el aula» con su acosador

¿Y qué se acuerda en esa reunión, una vez recabada la versión de ambos alumnos y también de sus familias? «El inicio del protocolo de acoso; la adopción de medidas de corrección, según el decreto 249/2007; medidas provisionales para proteger a la posible víctima; medidas cautelares, si las hubiera, con el supuesto/a causante de los hechos denunciados; cualquier otra circunstancia que se considere relevante», según se recoge en el acta del equipo de seguimiento, que refiere «indicios de acoso» al existir «una reiteración de la consulta» e «indefensión por parte de la víctima».

Como medidas provisionales para proteger a D. M. se plantea «informar al equipo docente para que garantice la separación física en el aula y evitar cualquier contacto (trabajo en grupo o similar). Como acciones correctoras: «Cambio de grupo de F.A.F.», iniciales con las que el exnovio de la chica aparece en el documento. Y se propone, además, la aplicación de medidas cautelares, en concreto, «prohibición de cualquier comunicación por parte de ambos, tanto cara a cara como a través de redes sociales; supresión del chat de whassap de la clase; distancia física en aquellas actividades que se realicen conjuntamente en el IES; y no tratar los hechos ocurridos ni hablar sobre la otra parte implicada en el conflicto en redes sociales».

En la práctica, lo que se hizo fue «cambiar al acosador al aula de al lado», resume la madre de D. M., que estudia acciones legales contra Educación al considerar que se dejó desprotegida a su hija. En cuanto al cierre del chat en el que algunos compañeros de clase se posicionaban abiertamente a favor de F. A. F. y proferían comentarios despectivos hacia la víctima, no sirvió para frenar un acoso que ya estaba siendo colectivo. De hecho, hubo quienes llegaron a manifestar en whassap que querían pegar, escupir y hasta apuñalar a D. M.

Efectivamente, tal como recalca la Consejería de Educación, la jefatura del instituto activó el protocolo de acoso que establece el Principado. Pero «no se cumplió», «no funcionó» y «no fue ágil», considera la madre de esta adolescente, que llegó a tener que ingresar varias veces en la planta de Psiquiatría Infanto-Juvenil del HUCA. De acuerdo a ese protocolo, el centro educativo determinó «un seguimiento del conflicto a través de los siguientes cauces: los tutores; el apoyo emocional a la posible víctima; comunicación regular con las familias; y coordinación del centro con el servicio de salud mental».

Fue necesario que D. M. y su madre pidieran una orden de alejamiento para que trasladasen de instituto a su exnovio, que fue condenado por el Juzgado de Menores de Oviedo a seis meses de servicios comunitarios por delitos de acoso y amenaza continuada. En el centro educativo permanecieron, sin embargo, los compañeros que también contribuyeron al deterioro psicológico y aislamiento de la chica. Y eso es algo que tiene muy presente su madre, porque «con ellos no se abrió protocolo» ni recibieron ninguna sanción.