RAMÓN MUÑIZ
OVIEDO.
Domingo, 10 de noviembre 2019, 03:32
La descarbonización se está traduciendo en dificultades para la industria asturiana pero el Principado quiere aprovechar el proceso para lograr una mejor financiación al sector primario. Bajo ese prisma, dos consejerías van a estudiar el papel que juegan los bosques, prados y cultivos asturianos como sumideros naturales de dióxido de carbono (CO2). Una vez identificadas las toneladas del gas contaminante que eliminan de la atmósfera, se trataría de ir a Bruselas y reclamar que esa función medioambiental debe ser retribuida.
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«Es una línea en la que tenemos que trabajar, absolutamente», avanza Alejandro Calvo, consejero de Desarrollo Rural, Agroganadería y Pesca. Su departamento está «en contacto» con la nueva Consejería de Ciencia para «coordinar nuestros centros de investigación y caracterizar cómo nuestras producciones, nuestro modelo extensivo, nuestros bosques autóctonos y nuestro modelo de explotación agraria, tienen una función medioambiental que debe ser cuantificada», abunda.
La lucha contra el cambio climático lleva tiempo trabajando en armar ese escenario. El protocolo de Kioto reconocía ya el papel de los sumideros naturales. Con el apoyo de su panel de científicos, la ONU alumbró en 1996 unas directrices revisadas para que cada país hiciera un inventario de los gases de efecto invernadero que libera a la atmósfera y a partir de 2003 los científicos empezaron a perfilar guías de buenas prácticas para que el uso de la tierra y la silvicultura potenciara ese papel de sumidero de CO2. Las investigaciones han ido avanzando y ya el pasado año el Consejo de Europa aprobó un reglamento que explica cómo anotar el papel de los usos de tierra y silvicultura con vistas a las estrategias de acción climática hasta 2030.
Calvo quiere ahora transformar ese bagaje en financiación. Sostiene que de cara a la Política Agraria Común (PAC) las ayudas al sector primario han de plantearse no como un subsidio, sino como la retribución de un trabajo que beneficia a todos. «Será más fácil lograr ayudas si decimos que con ellas estamos financiando un sumidero natural de CO2 que decir que es para la actividad ganadera», asume el consejero. «Tenemos una fortaleza evidente ahí; muchas veces se focaliza la descarbonización en el aspecto industrial, pero si lo miramos en su conjunto la región no tiene un problema ambiental», sostiene el responsable de Desarrollo Rural.
El trabajo para lograr fondos no es corto. «La PAC estará en periodo de transición, seguramente hasta el año 2022. En el primer semestre de 2020 España elaborará su primer borrador del plan estratégico nacional, que será el marco a partir del cual funcionemos a partir de 2022», detalla Alejandro Calvo. Es en ese contexto en el que Asturias planteará «medidas directas que cuantifiquen el valor de la agricultura y ganadería contra el cambio climático y que se pueda dar pagos directos por ello», avanza.
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Parte de los montes y praderías de la región tienen titularidad municipal. A pesar de ello, el consejero no ve posibilidades de que el papel de sumidero de CO2 pueda constituir una nueva fuente de financiación local, no al menos dentro de la PAC. «Se está ajustando dentro del nuevo marco que sus ayudas terminen únicamente en agricultores genuinos; no está pensando para financiar administraciones», dice.
El papel de los sumideros naturales de CO2 es una de las nuevas fuentes de financiación a las que aspira la consejería, pero no la única. De cara a la PAC «vamos a incluir medidas agroambientales adicionales para compensar las zonas de especial dificultad para la producción porque tienen presencia de grandes carnívoros», recordó Calvo. Esta iniciativa se traduce en ayudas a los ganaderos ubicados en sitios con frecuentes ataques del lobo, un tipo de apoyo que el Principado planea adelantar sin esperar por Bruselas.
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Habrá también en la PAC «ejes específicos vinculados al cambio climático de los que uno será apoyo a los ecoesquemas, esto es, sistemas de producción efectivos contra el cambio climático. Ahí también tememos una fortaleza», indica el consejero. La ventaja lo es mayor en comparación con otros territorios. En Andalucía, por ejemplo, tratan de vender como un avance en la lucha contra la contaminación dejar de usar glifosato, «lo que es más bien asumir una prohibición y dejar una mala práctica. Nosotros, en eso, estamos en otra liga», razona Calvo.
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