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Que Asturias se prepara para el desembarco de las universidades privadas es un hecho. Que la postura del Principado dista mucho de lo ... que está ocurriendo en otras comunidades como Madrid, también lo es. La región se había mantenido hasta ahora en esa pequeña burbuja de comunidades autónomas sin presencia de instituciones privadas, junto con Extremadura, Baleares y Castilla La Mancha. Solo Castilla La Mancha va a mantener por el momento esa 'exclusividad'. La situación es tal que ya no se trata solo de un debate académico, sino también político al más alto nivel. Porque en estos momentos las universidades privadas están a punto de 'alcanzar' en cifra a las públicas: 46 (más otras diez en diferentes en proyecto) frente a 50. En el caso de los másteres ya se produjo el cambio y hay más estudiantes en la privada que en la pública.
En Asturias, como es sabido, son tres los proyectos en marcha. Por un lado, la Universidad Europea construirá un campus en Gijón. La Nebrija abrirá un centro adscrito en Avilés. Y la Alfonso X se instalará, también con un centro adscrito, en Oviedo. Las dos primeras ya han iniciado todos los trámites necesarios tanto con los ayuntamientos (ambos han mostrado su satisfacción por sendos proyectos) como con el Principado. La Alfonso X aún no ha presentado la documentación oficial ante el Ejecutivo, pero se espera que lo haga en breve.
Los requisitos legales son diferentes para un campus o para un centro adscrito. El primero necesitará de un informe de los técnicos del ministerio de Universidades, a través de la Conferencia General de Política Universitaria. Un informe que no es vinculante y que precisamente esta semana los partidos de izquierdas (PSOE, Sumar, ERC, Bildu, Podemos) han aprobado en la comisión de Ciencia y Universidades una Proposición No de Ley para que dicho informe pase a ser vinculante. Desde 2018, los técnicos han emitido 21 informes desfavorables, cinco positivos y otros dos condicionados a cambios. Pero la mayoría no han sido tenidos en cuenta por los gobiernos autonómicos, al no ser vinculantes. En este sentido, Asturias va por delante. Porque aun sabiendo que por el momento no lo es, la Consejería de Ciencia deja claro que «será fundamental que sea favorable». El consejero de Hacienda, Guillermo Peláez, expuso esa misma idea en el Pleno de la Junta General, donde insistió en que «la apuesta del Principado es la universidad pública, la Universidad de Oviedo».
Desde la institución se confía en ese compromiso de tener en cuenta la opinión del ministerio: «Se deben seguir las indicaciones de estos informes por responsabilidad institucional».
Además de eso, se requiere informe preceptivo de la Comunidad Autónoma, «sobre la necesidad y viabilidad académica y social de la implantación del título universitario oficial»; el visto bueno de la Agencia de Calidad, la ANECA, y la verificación del plan de estudios por parte del Consejo de Universidades. Un largo proceso que llevará aún un tiempo, por más que la Nebrija haya expresado su intención de ponerse en marcha el próximo curso, algo que es muy improbable.
46 universidades privadas
Hay además otra decena en proyecto. Por contra, hay 50 universidades públicas
21,8% de estudiantes de grado en las privadas
En los másteres, el porcentaje ya supera el 50%
21 informes desfavorables
Ha emitido la Conferencia General de Política Universitaria desde 2018
La tramitación para la apertura de la Universidad Europea, en cualquier caso, será más compleja porque requiere de la aprobación de una ley por parte de la Junta General del Principado, y el Gobierno estudia aún las posibles vías a seguir. En el caso de los centros adscritos la aprobación llegará vía decreto. Con una cosa clara: «Se les exigirá la misma calidad que a la pública». Primero, por convencimiento. Y después, porque su implantación depende de decreto de Enseñanzas Universitarias Oficiales y Centros en el Principado de Asturias, que data de 2009 y que solo hace referencia a las características que debían tener las demandas de la Universidad de Oviedo. Y es a esas demandas a las que deberán ajustarse las peticiones de la privada.
Mientras tanto, el Ejecutivo ha empezado a preparar un nuevo decreto, que en el futuro regulará todos los procedimientos de implantación, adaptación o supresión de enseñanzas oficiales de grado, máster y doctorado, así como «la creación, modificación, supresión y adscripción de centros y estructuras universitarias».
Recientemente, el PP asturiano dirigía una pregunta por escrito al Ejecutivo sobre las modificaciones legales que se estuvieran preparando para la implantación de las privadas. La respuesta fue, precisamente, que se estaba preparando este nuevo decreto, obligado para adaptarse a la nueva Ley de Universidades, la LOSU, pero que en el caso de Asturias hay que aprovechar para dejar regulado todo lo que viene.
Está por ver si la llegada de la Alfonso X se regulará por el viejo o por el nuevo decreto, dependiendo de cuándo presente la universidad toda la documentación.
Será el Gobierno regional, en su caso con el informe de la Conferencia General de Universidades, el que determine las condiciones que deben cumplir los nuevos proyectos. Como quedó claro ayer en la Junta, al final se trata de una decisión política. Pero desde la Universidad de Oviedo ya tienen claro cuáles son los mínimos que cualquier facultad debería cumplir. Por ejemplo, en el caso de la Universidad Europea, que abrirá un campus, el Real Decreto establece que debería ofrecer diez títulos de grado, seis títulos oficiales de máster y dos programas oficiales de doctorado. Además, pide que «se analice de forma exhaustiva la oferta académica propuesta por los nuevos centros, de modo que coincida con las necesidades sociales». También, que se «garantice la calidad de dichos centros, así como la disponibilidad de profesorado para la impartición de los distintos estudios propuestos». En la cuestión del profesorado, la ley obliga a que al menos el 50% sean doctores.
Y, por último, está el tema de la investigación, algo en lo que todas las universidades públicas españolas inciden. «La investigación es una de las funciones fundamentales de las universidades», recuerdan. La propia LOSU, cuando se refiere a las privadas, señala que «su objeto social exclusivo será la educación superior y la investigación y, en su caso, la transferencia e intercambio de conocimiento». No solo eso, sino que establece que las universidades privadas deben dedicar uno menos del 5% de su presupuesto a programas propios de investigación.
«Hay que darse prisa porque se están aprobando universidades garaje a mansalva que son una tomadura de pelo,», dice Francisco Sierra, el diputado de Sumar que ha sido ponente de la Proposición No de Ley que trata de endurecer en cierta medida los requisitos para la apertura de privadas.
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