«Pondremos el foco en la salud mental, y no sólo en la enfermedad mental»

-¿Por qué es tan importante este Plan?

-Tenemos un reto muy importante con la salud mental y este plan viene a cubrir esa necesidad. Nos da un marco para todas las actuaciones que vayamos a tener que hacer de aquí a 2030 en relación a la salud mental.

-Usted insiste en que se trata de un plan innovador. ¿Cuál es la novedad? ¿En qué se avanza?

-Señalaría cuatro cosas. La primera es que se gesta con una perspectiva de salud pública. Además, este plan refuerza el modelo de atención comunitaria a las personas que conviven con un problema de salud mental, que Asturias ya se inició hace cuarenta años. En tercer lugar, está refrendado por una memoria económica que destina unos recursos y prevé unas anualidades; la de 2023, de hecho, ya está consignada en los presupuestos del Principado. Y por último, yo diría que también es innovador porque, para su elaboración, se ha utilizado una metodología participativa.

-¿Y qué aportará a los asturianos que sus problemas mentales sean abordados desde una perspectiva de salud pública?

-Que pondremos el foco en la salud mental, y no sólo en la enfermedad mental. Que hablaremos de promover la salud mental, de protegerla. Nos fijaremos en los determinantes sociales y trataremos de anticiparnos para prevenir y evitar que las personas enfermen. Y eso supone implicar a toda la sociedad: a las administraciones, a la ciudadanía organizada, al tercer sector, a las familias y a los propios pacientes. La salud mental requiere un análisis integral y una trasversalidad en la aplicación de medidas.

-Hablénos de medidas concretas.

-En el ámbito de los ayuntamientos, por ejemplo, el plan propone que la convocatoria anual de subvenciones valore los programas que incluyan la promoción de la salud mental, el bienestar emocional o la creación de espacios para los adolescentes. Se proponen también contenidos formativos para las escuelas y los clubes deportivos; dar pautas para identificar y reducir el estrés y el acoso laboral, junto con los servicios de prevención de riesgos laborales; y, en cuanto a la conducta suicida, elaborar un mapa de riesgo que nos permita conocer los métodos y zonas más relacionadas con el suicidio, para poder tomar medidas.

-Las estadísticas impresionan, sobre todo las de suicidios. ¿La situación es para alarmarse?

-El número de suicidios parece que muestra una cierta estabilización. En 2021, se produjeron 130; en 2020 fueron 122; y en 2019, hubo 128. Nos faltan por analizar los datos de 2022. Pero no hay diferencias significativas. La crisis de la covid puede haber empeorado la salud mental de las personas, como ocurrió con la crisis económica de 2008-2012. Estamos ante un problema complejo, que nos atañe a todos y que hay que abordar con serenidad.

-Sobre todo en el caso de niños y adolescentes...

-Se ha notado un incremento en las consultas infantojuveniles. En 2019, antes de la pandemia, hubo 2.899 primeras consultas de niños y adolescentes. Se ha pasado a más de 3.300. De ahí que pongamos el foco en la promoción del bienestar emocional en los centros educativos y en la prevención, detección y atención de la conducta suicida en adolescentes y niños. Ahí tenemos margen de actuación y hemos diseñado una guía que aporta herramientas de valoración del riesgo y mecanismos de derivación rápida. Tenemos que establecer entornos protectores en los centros educativos, de acoso cero.

-¿Y las mujeres, con casi el triple de casos de patología mental que los hombres?

-El plan tiene una perspectiva de género, precisamente, porque los datos que manejamos apuntan a que las mujeres presentan más problemas de salud mental que los hombres. Los datos nos dicen también que se han incrementado las consultas de víctimas de violencia de género y que el consumo de psicofármacos en mujeres es más frecuente, especialmente a partir de los 35 años. Hay que valorar los determinantes sociales que hay detrás de esos datos y también tomar algunas medidas para un mayor control de la dosificación y los envases que tienen las personas que necesitan tratamiento.

-¿Considera que se recetan psicofármacos en exceso?

-Hay que hacer una revisión profunda de los tratamientos y de las guías de práctica clínica. Es importante también hacer una campaña informativa dirigida a la ciudadanía, para que, ante los problemas estresantes de la vida, no siempre busquemos la solución aparentemente fácil de una medicación. Hay activos en salud, como generar actividades que te ayuden a entrar en relación con otras personas, que pueden ser una solución. Se necesitaría una revisión individualizada.

-El Plan propone 240 medidas. Pero falta lo fundamental: no hay suficientes psiquiatras ni psicólogos clínicos.

-Ya se ha hecho un esfuerzo importante. En esta legislatura, los profesionales de psicología clínica han aumentado un 43 %, hemos pasado de 114 psiquiatras a 119; y los terapeutas ocupacionales, de 36 a 43 . Así que la red va aumentando. ¿Que necesitamos más? Pues seguramente sí. ¿Y qué pasos estamos dando? La unidad de docencia está haciendo un esfuerzo para formar a más profesionales y, mientras tanto, son importantes las medidas organizativas. Yo confío en los equipos de salud mental, que están haciendo una gran labor y tienen capacidad de autogestión.

-Prevén la contratación de más de un centenar de profesionales. ¿No es algo optimista?

-Confío en que, poco a poco, se hará. Hay voluntad y hay un dinero previsto.

-El consejero de Salud dice que no hubo retrasos, pero el Plan se aprobó en el tiempo de descuento antes de las elecciones...

-Las cosas llevan un proceso y una tramitación administrativa. Pero el Plan de Salud Mental está aprobado y hemos empezado a hacer cosas. Es un buen Plan, una herramienta bien definida para trabajar en la salud mental.