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Escasez. Los trabajadores de El Gaitero tiran la mas a la bodega maliaya. DAMIÁN ARIENZA
Poca manzana para sidra con más graduación

Poca manzana para sidra con más graduación

Cosecha. La fruta que está entrando en los llagares es más dulce debido al excesivo calor y poca lluvia del verano, aunque la campaña no se adelantó tanto como se pensó

JESSICA M. PUGA

Lunes, 24 de octubre 2022, 01:27

El calendario establece que los años pares son de poca manzana. Pero los llagareros, ahora en plena cosecha, coinciden en señalar que este 2022 se presenta más escaso de lo normal. Entre las causas destacan como la principal un verano atípico con temperaturas excesivas y precipitaciones escasas. «La manzana maduró primero con tanto calor, pero, al no llover, quedaba poco cogida y se caía», explica el enólogo del Grupo El Gaitero, Tano Collada, incidiendo en que un septiembre ventoso no contribuyó a mantenerla en el árbol hasta que comenzara la cosecha a finales de mes.

Ese clima anómalo en el verano asturiano trajo consigo otro gran problema que destaca Samuel Trabanco. Explica que se dieron las circunstancias idóneas para que la carpocapsa o polilla del manzano, cuyas larvas son las que se cuelan en la fruta más representativa de Asturias, se diera en abundancia. «Empieza a atacarla pronto provocando que ya en julio y agosto caiga fruta. Por su culpa también se perdió mucha manzana este año».

El equipo escoge la manzana antes de mayarla en el Llagar Castañón de Quintueles. juan carlos román

La vecería explica el resto, pues que un año haya mucho fruto y poco al siguiente es más que una especie de norma no escrita entre los cosecheros. También es una cuestión a tener en cuenta que permite adelantarse al futuro y explica por qué este año hay menos manzana en la costa que en el interior. «El año pasado hubo muchísima manzana en Asturias, pero sobre todo en la costa, donde fue una cosecha exageradamente enorme. En Nava fue mucho más normal por lo que resulta obvio que este año nuestros árboles den más que los del litoral, a fin de cuentas el manzano es vecero por naturaleza», explica Fran Ordóñez, de Viuda de Angelón.

Termina influyendo en el trabajo en las pomaradas. Samuel Trabanco lo resume: «Los paisanos van a recoger una vez porque por 1.000 kilos de manzana no van a ir cuatro veces como sí hacen cuando hay mucha, que van por tiempos. Ahora cogen las que están bien, las que lo están más y las que lo están menos».

Fran Ordóñez prepara los toneles donde fermentará la bebida en Viuda de Angelón, en Nava. j. c. román

En lo que no influyeron las altas temperaturas, o al menos no tanto como se llegó a pensar en su momento culmen de agosto, fue en el inicio de la cosecha. Los que la adelantaron, que no fueron todos, apenas lo hicieron cuatro o cinco días. Es el tiempo que creyó conveniente, por ejemplo, Julián Castañón. «Al final no fue para tanto, si acaso se notó algo en las variedades más tempranas, como la solarina», explica el responsable del llagar que lleva su apellido en Quintueles. De hecho, él achaca la escasez de manzana mucho más a la vecería que a la sequía imperante este año.

En Viuda de Angelón ni siquiera se adelantaron los trabajos. «Se llegó a pensar que la manzana caería, pero no ha sido así en todos los sitios, es más, a mí me está costando tirarla ahora», explica Ordóñez, que empezó la campaña el 10 de octubre. «Las maduraciones están siendo buenas», valora, al tiempo que incide en que con la manzana no ha ocurrido como con la uva en algunos lugares, incluido Asturias, donde la vendimia se inició en septiembre y cuyo grueso se acabó cuando debería estar empezando. «Las variedades que se nos están presentando mejor a nosotros están siendo xuanina y raxao y, aunque aún está muy verde y habrá que esperar tres semanas para que alcance su momento óptimo la durona de tresali», detalla.

Lo mismo que explica la escasez de fruta de este año explica sus características. «La manzana que está entrando en los lagares tiene más azúcar debido al tiempo que vino», comenta el enólogo de El Gaitero, que apunta a que esto influirá en la fermentación de la bebida, que será algo más larga. Si bien otras cuestiones como la temperatura del espacio también influye en la media. Será trabajo en los llagares contrarrestar este dulzor, por ejemplo, mezclando variedades.

La vecería también contribuye a este dulzor extra: «La densidad del año pasado vino escasa porque los árboles estaban tan cargados que tenían que repartir sus nutrientes; este año, en cambio, pasó lo contrario», complementa el llagarero de Nava.

Todo esto se traduce en consecuencias para la sidra que empezará a comercializarse en primavera, pues saldrá con una graduación alta, en torno a los 6,5 grados. «Recuerdo sidra que llegó a tener hasta 8,5 grados, estoy hablando de hace más de 25 años», apunta Castañón.

Sidra de dos cosechas

El corresponsable de Viuda de Ángelon no ha hecho cálculos de los kilos que podrá transformar este año sumando la manzana propia y la de proveedores, pero calcula que será en torno a una quinta parte de la del año pasado. Y como él, muchos llagareros que ven la sidra de la anterior cosecha como un salvavidas para salvar esta. Y todo sumado a la previsión de una nueva crisis económica tras dos años en los que el consumo se ha visto mermado.

Para Trabanco es una lástima tener que trabajar condicionados por la inestabilidad. Dice que «la sidra tradicional no se debería plantear para resistir dos años, pero algo tendrán que hacer porque sino habría referencias que desaparecían del mercado cuando hay poca». Para él «la sidra debería consumirse en el año» y no con ello dice que haya que tirar la que no salga, «pero sí hacer que sea la menos posible».

La escasez de materia prima también afecta a la variedad de productos pues los llagareros coinciden en que cuando hay poca manzana se destina a producir. «Y esto es otro problema, para mí es un éxito tener sidra nueva todos los años, igual que innovar, no porque haya poca manzana voy a frenar una investigación».

El otoño está siendo normal en cuanto al tiempo se refiere, por lo que las jornadas en los llagares llevan días siendo intensas. La gran mayoría cuenta con haber acabado el trabajo de campo en, máximo, un mes. Nada que ver con la cosecha de 2021, que entre la abundancia y un noviembre lluvioso, se prolongó hasta bien pasado el puente de la Constitución de diciembre.

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