Asturias, todo un litoral que descubrir a través de sus playas
PLAYAS DE ASTURIAS ·
Asturias pueden presumir ante el mundo de contener, en sus diez mil kilómetros cuadrados, de una espéndida colección de playas que son auténticas bellezas naturalesPLAYAS DE ASTURIAS ·
Asturias pueden presumir ante el mundo de contener, en sus diez mil kilómetros cuadrados, de una espéndida colección de playas que son auténticas bellezas naturalesUna sola jornada de viaje muestra montes con laderas perpetuamente nevadas, vegas de calmos lagos profundos, bosques donde se refugian los últimos osos y urogallos de la Península, ríos de oxigenadas aguas verdes que los salmones remontan, verticales «foces» de paredes casi siamesas, valles que combinan los innumerables matices del verde, rasas humanizadas por quintanas y balagares, acantilados cortados a pico de mar brava.
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Cada playa de Asturias es diferente e irrepetible, aparentando cuadros de una heterogénea exposición firmada por las mismas fuerzas geológicas.
Las hay profundas de bosque y río como la de Barayo, para piernas ágiles como la de Sienra, esculpidas de fantasías pétreas como la playa del Silencio, con lejanos recuerdos portuarios y balleneros como la de Artedo, amplias y abiertas como la playa de Bayas, veraniegas y desenfadadas como las de Santa María del Mar o Bañugues, de dunas y anclas como la playa de Salinas, rojas de minerales y legendarias de contrabandos como la de Llumeres, constitutivas de razón de ser urbana como la playa de San Lorenzo de Gijón, holladas por dinosaurios como la de La Griega, con arquerías catedralicias como la de Cuevas del Mar, caprichosas hasta lo imposible como Gulpiyuri, sembradas de puntiagudos pináculos como la de Toró, horadas de cuevas y limpias de huellas en las bajamares como La Franca y Mendia.
En la colección que me honro presentarles van casi todas; si alguna no ha sido incluida se debe a su inaccesibilidad, peligrosidad, cubierta pedregosa, baja calidad de aguas y escasas posibilidades de uso.
Pero están al completo las que más son.
Entre las playas las hay populares, solitarias, ecológicamente inestimables, merecedoras de mayores cuidados, fácilmente accesibles, adecuadas para andariegos avezados, tranquilas y seguras, abiertas a corrientes y resacas, minúsculas, formando amplias medias lunas, finísimas de arena, gruesas de grano y canto rodado...
Todas llegan hasta esta carpeta acompañadas de una exhaustiva ficha que nos desvela cada localización, cada villa o pueblo próximos, cada camino o senda de llegada, cada característica física y paisajística, cada servicio y posibilidad recreativa y deportiva, cada valor cultural y natural.
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