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Han dicho de ella que es «pasión y perseverancia». También que «es una artista que no se conforma con lo superficial, que no sigue caminos trillados, que no se acomoda ni como artista ni como mujer».
Los expertos que analizan su obra han sumado a la crítica artística toda una radiografía vital de una niña que comenzó a pintar con su lápiz casi, casi antes que a leer y que se «convirtió en una mujer entusiasta por el arte, estudiosa, trabajadora, creativa». Una que «se libró de las ataduras que en España impedían a las mujeres desarrollarse plenamente como personas y como artistas».
Porque Consuelo Vallina (Ribadesella, 1941) fue cincelando su futuro en contra de las normas establecidas. Recibe la Medalla de Asturias por «su obra comprometida que se expone en España, Italia, Polonia y Estados Unidos. Una obra que abarca diferentes artes, pues es pintora, grabadora, ceramista... Una artista que «maneja tintes sobre lana, seda y algodón para obtener diferentes gradaciones de color y textura», trabajos a los que también se suman los tapices. Todo con un estilo único.
El que la niña nacida en Ribadesella en diciembre de 1941, pero inscrita por su padre en Noreña en enero de 1942, mamó de su progenitor el amor por la pintura y de su abuela materna el amor por la libertad que no había en su país.
Porque nacer mujer en la España de los cuarenta era sinónimo de nacer para ser esposa y madre y, siempre, alguien tutelada por un pariente hombre. No era ese el futuro que quería, ni para sí ni para las demás, Consuelo Vallina, que presidió la Asociación Asturiana de Mujeres Progresistas y contribuyó a la fundación de la Federación estatal en 1987.
Pero antes, a los 11 años, tras decorar con su lápiz todo lo que se ponía a alcance en casa (mesa de la cocina incluida), sus padres la matricularon en la Escuela de Artes y Oficios, donde estudio dibujo técnico, pintura y escultura.
Pero, haciendo realidad una de sus frases «solo el 3% de los artistas viven de su arte», Consuelo Vallina logró autonomía económica trabajando como secretaria. Y con el sueldo de su compañero de vida, el que entendió que, como ella defendía, hombres y mujeres tienen los mismos derechos. Con José Luis Falcón, su novio desde los 17, el padre de sus hijos, su compañero de vida, hasta la muerte de él en 2023, desplegó la riosellana todo su arte.
Y todo su compromiso, como presidir la Unión de Artistas Contemporáneos de España, de la que hoy es socia de honor, y encabezar la Asociación de Artistas Visuales de Asturias. Una vida tan prolífica que es difícil resumir en un perfil. Uno que solo recoge las pinceladas vitales de una asturiana que cinceló su futuro.
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