Tragedia en el rally de Tineo
Desolación por la muerte de los dos pilotos a los que les importaba mucho más disfrutar que ganarTragedia en el rally de Tineo
Desolación por la muerte de los dos pilotos a los que les importaba mucho más disfrutar que ganarMuy queridos tanto en el circuito de rallyes como entre sus vecinos y amigos, Julio César Castrillo y Francisco Javier Álvarez habían hecho de los rallyes su segunda vida. Castrillo comenzó muy joven en el mundo de los rallyes. Él mismo lo relataba en una entrevista televisiva de hace unos años con Vinx, en la que recordaba sus inicios en tierra con un Simca 1.200 «que me regalaron. En el primer rally, en Grado, se caló en la salida y todos me llenaron de tierra, pero luego me empujaron y me lo pasé bien».
Publicidad
Porque esa fue siempre su intención en los rallyes: «ganar no me obsesiona, lo importante es siempre disfrutar. Si voy a Tineo y completo tres tramos, eso que he disfrutado». Su mote, de hecho, tenía cierta sorna. 'Emperador' le empezaron a llamar en un rally en el que «tuvimos problemas e íbamos remontando, y como me llamo Julio César, Carbone cuando me veía decía 'aquí llega el Emperador'».
Pronto, en 1997, pasó al asfalto, con un «205 verde que luego pintamos de azul. Siempre me gustó más el asfalto que la tierra», recordaba, y también tuvo sus momentos de éxito, ya con un Peugeot 106 con el que un año fue subcampeón en el trofeo Alto Nalón y al año siguiente, 1999, campeón: «Era joven y tuve suerte, pese a que tuvimos muchas salidas, pero se trataba de no gastar muchísimo».
Del 106 pasó a un Clio Williams «que estaba más tiempo roto que caminando», y de aquella hizo de su pasión por los rallyes algo compartido con muchos otros pilotos y aficionados, para los que abrió el café bar 'Rally' en Vallobín, donde «había un ambiente exagerado de bueno»,
La lógica de las carreras llevó a Castrillo a pasar a vehículos más costosos, como un Mitsubishi que no le convenció o un MaxiMegane «que era otra historia», si bien «muy caro de mantener, porque todo duraba poco y no somos millonarios. Pero bueno, si vas a Tineo y corres dos tramos antes de que el coche se rompa, eso que disfrutabas», insistía.
Publicidad
Llegó Castrillo a conducir varios World Rally Cars, entre ellos un Hyundai y un Córdoba que «era mucho mejor». En Tineo, precisamente, se les quemó un BMW M3 que había adquirido en Tenerife. Fue durante unas pruebas en las que «el coche se quedaba como gasolina». El susto fue que el coche se había incendiado y hubo que parar y apagarlo, casi carbonizado, con la ayuda de los bomberos.
En los últimos años, Castrillo había moderado su apuesta por los rallyes: «El trabajo y la familia son más importantes. Ahora haremos algunas carreras, pero muy tranquilos» y, como siempre, para disfrutar.
Publicidad
El piloto era también propietario de una empresa de transportes con camiones especializados en líquidos alimentarios y vivía en una urbanización de San Claudio (Oviedo), desde donde sus vecinas indicaban ayer que «siempre ha sido un gran vecino, estupendo, muy serviciaal y agradable, y ya sé que en estas situaciones se dicen cosas similares, pero es que era completamente así, un gran chaval», explicaba ayer de tarde Gumersinda Menéndez, vecina puerta con puerta de Castrillo.
Julio César vivía desde hace unos quince años en esa urbanización de San Claudio junto a su esposa y sus dos hijos, uno de los cuales ya es mayor de edad y vive por su cuenta, mientras que el menor cumplirá 12 años el próximo sábado. «Estamos muy tristes tanto por él como por toda la familia», expresó Gumersinda Menéndez, acompañada por otra vecina. Comentaron también que la esposa de Castrillo «le acompañaba siempre que podía a los rallyes, pero esta vez no pudo». Ambas destacaban que «Julio César era trabajador, muy trabajador y muy buena persona, muy familiar. Le veíamos mucho cuando no estaba trabajando o compitiendo en rallyes».
Publicidad
Porque además de su familia, el motor era su pasión «desde muy joven. Ahora creíamos que ya no participaba en tantas carreras, pero en casa tiene muchos trofeos». Es «una pena muy grande. Toda la familia son muy agradables y tenían una vida muy buena», anotó Menéndez.
Noticias Relacionadas
Por su parte, Francisco Javier Álvarez, casado con una agente de la Guardia Civil con la que tiene dos hijos menores de edad, también lleva toda la vida en los rallyes. De 1992 a 1994, en autocross como piloto de segunda generación, siguiendo el ejemplo de su padre, y desde 1994 se asentó en la derecha del coche, siendo copiloto autodidacta con pilotos muy conocidos en el circuito asturiano, como Juan Bautista, Roberto Solís, Alberto Hevia o Ángel Paniceres, así como con Julio César Castrillo en muchas ocasiones.
Publicidad
A Francisco Javier Álvarez le llamaban desde muy joven 'Manguti' sus amigos de la pandilla del Naranco, en Oviedo. Como Castrillo, tampoco era para él el rally su ocupación principal. Con su padre gestionaba una empresa de eventos y logística que contaba entre sus principales clientes a la Caja Rural de Asturias, para la que también ejerció de chófer.
3 meses por solo 1€/mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.