Su trabajo le llevó crear un dispositivo de comunicación, ocultarlo bajo la ropa y comunicarse con alguien en el exterior. El objetivo, que alguien le diera las respuestas correctas y aprobar con la gorra el examen de conducir. Pero acabó cayendo con todo el equipo. Literalmente. La Guardia Civil sorprendió in fraganti al joven de 20 años, de nacionalidad marroquí y vecino de Bilbao, usando el dispositivo no autorizado en la realización de la prueba teórica para lograr el permiso de conducir tipo B.
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Fueron «su actitud y su lenguaje corporal» lo que levantó las sospechas de los agentes que se encontraban en el aula que posee la Jefatura Provincial de Tráfico en Oviedo el pasado viernes. Pero para no interferir en el examen que estaban realizando el resto de personas, los agentes decidieron actuar una vez acabado.
Tras ser identificado y realizar un cacheo superficial de las prendas que llevaba, comprobaron que, «con mucho ingenio y creatividad, ocultaba entre sus ropas un sofisticado sistema de comunicación integrado por un teléfono móvil que incluye tarjeta SIM activada, pinganillo, cable interlocutor y un repetidor, cuya finalidad era conectar todos los dispositivos».
Según explican desde la Guardia Civil el joven se presentó a la prueba vistiendo «una indumentaria adecuada» a simple vista. La miga se encontraba bajo la sudadera, la cual adaptó haciendo un agujero con el fin de esconder el dispositivo de comunicación y enfocar, a través de la cámara del teléfono móvil, las imágenes de la pantalla de ordenador en la cual se visionan los diferentes bloques y preguntas de que constan los test del examen.
«Para su correcta comunicación y recepción de imágenes, el denunciado durante el desarrollo de la prueba mantuvo una posición erguida en la silla, logrando de esta forma mantener la alineación de la cámara del teléfono móvil con la pantalla». Al otro lado, un colaborador podía visionar las preguntas y comunicar por voz cuáles eran las respuestas correctas que el aspirante recibía «a través de un diminuto pinganillo colocado en el pabellón auditivo
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Tras el hallazgo, los guardias civiles del GIAT intervinieron los medios ilícitos empleados y formularon denuncia por utilizar dispositivos de intercomunicación no autorizados reglamentariamente en las pruebas para la obtención y recuperación de permisos y otras autorizaciones administrativas para conducir, o colaborar o asistir con la utilización de dichos dispositivos.
Se trata de una infracción muy grave, recogida en el artículo 77 de la Ley de Seguridad Vial y conlleva sanciones de 500 euros y la prohibición de volverse a examinar hasta transcurridos 6 meses.
La actuación se desarrolló en el marco de la colaboración y trabajo conjunto que existe entre la Jefatura Provincial de Tráfico de Asturias y el Sector de la Guardia Civil de Tráfico, para controlar la obtención de manera fraudulenta de la habilitación para conducir vehículos, debido al riesgo para la seguridad vial que este tipo de conductas ilícitas representa.
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La Guardia Civil indica que el interés y la necesidad de obtener un permiso de conducción por parte de ciudadanos —especialmente extranjeros— con problemas para la comprensión y lectura en el idioma español, «ha propiciado la existencia de una delincuencia organizada que fijan sus víctimas en este tipo de personas, llegando a cobrar por este método entre 1.000 y 3.000 euros».
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