«Perdí en una noche el trabajo de veinte años»

En la madrugada del 28 al 29 de marzo un incendio transformó en ceniza 12.000 de las 25.000 hectáreas de brezos, castaños y robles de la sierra de Carondio. Millones de abejas, que se hallaban alimentándose de las primeras flores de la primavera, se vieron envueltas en medio de las llamas, muriendo calcinadas al instante. Otras morían asfixiadas dentro de las trescientas colmenas, que también acabarían carbonizadas a las pocas horas .

Iván y Mario Suárez son dos de los diez apicultores que producen miel en este valle del concejo de Allande, al oeste del Alto de la Marta. Los dos pudieron comprobar con sus propios ojos como en cuestión de horas las llamas arrasaron su modo de vida. «En cuanto escuchamos que había un incendio vinimos hasta aquí, pero el fuego ya estaba descontrolado, no pudimos entrar a rescatar ninguna colmena. Mi tío acabó ingresado, el humo le daño las córneas , todavía hoy lleva gafas de sol», lamenta Iván. Tío y sobrino tenían doscientas colmenas , la mayoría hoy vacías e inservibles.

Mario Suárez empezó como apicultor a finales de los noventa, una tradición arraigada al occidente asturiano, que goza hoy de las mejores mieles a nivel nacional. En los últimos veinte años ha trabajado para posicionarse como el mayor productor de miel de la sierra de Carondio, con una producción de dos mil kilos anuales, fruto de un centenar de colmenas. Su sobrino empezó bajo su tutela hace siete años, tiempo en el que había casi alcanzado a su maestro, con ochenta colmenas a su nombre. «Ahora se acabó, el fuego no dejó nada, tenemos que empezar de cero otra vez», dice a todas luces desolado y sin fuerzas el joven apicultor. «Aunque quisiéramos reconstruirlas, las abejas no tendrían suficiente alimento en esta zona», afirma, señalando a su alrededor un manto negro de ceniza. Pide que en esta ocasión las administraciones cumplan con su palabra y ayuden a los apicultores damnificados. «En 2017 sufrimos otro fuego, el del Valledor, aunque los daños no fueron ni la mitad, las administraciones prometieron unas ayudas que nunca llegaron».

Pese a tener todas en su contra la familia Suárez ha diseñado un plan: moverse a otro lugar con suficiente alimento para las abejas. «Vamos a intentar solucionar la temporada moviendo las pocas colmenas que nos quedan a alguna zona con suficiente alimento». Para ello, esperan recibir pronto la indemnización de la aseguradora con la que cuentan como miembros de la asociación Promiel Asturias. «El perito nos ha dicho que están desbordados, los apicultores de Luarca también han sufrido. Pero nos han asegurado que tramitarán pronto la indemnización, que estiman en 100 euros por colmena». Es un comienzo, aunque las perdidas reales serán cuatro veces más cuantiosas. «Sacamos por núcleo un enjambre y veinte kilos de miel , es decir, aproximadamente 200 euros por colmena y temporada», desgrana Iván, que pronostica que no podrá volver con su tío a reconstruir las colmenas de su valle natal en los próximos «dos o tres años». «Fundación Repsol estaba ahora, después de cinco años, empezando a repoblar los bosques quemados en el incendio del Valledor».

Las malas noticias que brinda Suárez no acaban aquí y no solo atañen a la decena de apicultores locales de la sierra de Carondio, que se han quedado en pocas horas huérfanos del trabajo de una vida. El apicultor vaticina una nueva catástrofe medioambiental durante el verano si no se gestionan antes las medidas de prevención necesarias. «Los montes están calvos, sin vegetación, por lo que con la primera tormenta de verano, la lluvia arrastrará las rocas sueltas y envueltas en el barro que cree la ceniza. Irán ladera abajo, cortando las carreteras del valle». sentencia.

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