ANA RANERA
GIJÓN.
Viernes, 4 de diciembre 2020, 02:29
Para el ovetense Marcelo Ré, a sus doce años, tocar el violín es un juego. Cuando rasga las cuerdas, se le agolpan en la mente sueños por cumplir y referentes hacia los que volver la vista, pero no piensa en todos los sacrificios que ... ha tenido que afrontar, desde muy pequeño, para convertirse en un niño prodigio. Hace unos meses, en agosto, tuvo que dejar atrás su Oviedo natal para establecerse en Madrid, donde sí puede recibir una formación adaptada a sus capacidades. «Vendimos la empresa para que él pudiera seguir su carrera en un centro integrado musical», explica su padre, Alberto.
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Y no es fácil marcharse con tan pocos años, por eso la morriña vive impresa en este pequeño músico, que, entre las ilusiones que le animan cada día a esforzarse, tiene una que estaba a punto de hacerse realidad: el próximo 8 de diciembre iba a subirse al escenario del Auditorio Príncipe Felipe para participar en el XIX Curso La Voz en la Música de Cámara. Un concierto organizado por la Asociación Cultural La Castalia en homenaje al proyecto 'Asturias, capital mundial de la poesía' y al Real Instituto de Estudios Asturianos en su 75 aniversario que, salvo sorpresa, se verá postupuesta por la situación sanitaria.
A Marcelo se le desbordan las ganas de que llegue esa cita y se encuentre, entre melodías, sobre las tablas del auditorio ovetense. «Me hace muchísima ilusión tocar allí, porque echo mucho de menos Oviedo, el verde de Asturias y todo lo bonito que hay. Me apetece ir y tocar para todos mis paisanos», asegura emocionado. Él ya sabe el repertorio que va a interpretar en esa actuación: «El 'Concierto para violín en La menor BWV 1041', de Bach, y el 'Concierto número 1 de Beriot variaciones en Re menor', apunta. Y lo hará con un violín entre sus manos que tiene más de 220 años de historia. «Es de 1797», aclara.
Detrás de este logro, se encuentran muchas horas de empeño para mejorar, aunque Marcelo no se queja ni del tiempo que dedica ni del esfuerzo que eso implica. «Entre semana estudio unas dos o tres horas al día y los fines de semana, cuatro. Me gusta mucho y me lo paso muy bien mientras aprendo», asegura. No hace tanto que este niño empezó su carrera musical, fue hace cinco años cuando, de casualidad, se encontró sosteniendo un violín y le gustó lo que vio y lo que escuchó. «Yo iba a clases de hípica, pero me cansé de aquello, así que le pedí a mi padre que me apuntara a otra actividad», explica. Entonces se les ocurrió rescatar un viejo instrumento en el que Marcelo nunca había reparado. «Teníamos en un armario, arriba del todo, un violín polvoriento, lo toqué y me encantó», relata.
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Y desde aquel día, no ha habido ni uno solo en el que la música no haya formado parte de su rutina. Marcelo Ré lleva su violín allá donde vaya y con él lo mismo brilla con un concierto de música de cámara que se pone a bailar emulando a las estrellas del pop que también alumbran su vida.
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