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Con la apertura de la variante ferroviaria de Pajares sólo se concluye una gran obra de infraestructuras, pero no se llega a ninguna meta, ... sino a un paso intermedio hacia un mejor futuro socioeconómico para Asturias y para el resto de España. Esa fue la idea general que la expresidenta de Adif y exsecretaria de Estado de Transportes, Movilidad y Agenda Urban, Isabel Pardo de Vera, transmitió ayer en el marco del Foro Cámara que la institución cameral de Oviedo organiza periódicamente.
Pardo de Vera aseveró que la llegada de la alta velocidad a Asturias resitúa a la región y que «la posición de Asturias en el Arco Atlántico merece de muchos proyectos» que den un nuevo empuje a la región, cuyo futuro se ha de «pensar en clave de multimodalidad», adaptando las redes de transportes a un uso óptimo en costes y servicios y desde una «colaboración público privada».
Situó Pardo de Vera la apertura de la variante de Pajares en «un contexto geoestratégico» que obliga «a una tarea muy relevante de planificación y diseño de las siguientes fases», en particular en un momento en el que «por la emergencia climática mundial, tenemos que decidir sobre el futuro, si continuamos o no destruyendo el planeta. De todas las guerras se ha salido, pero de la emergencia climática no saldremos si no adoptamos una estrategia de transformación desde la sostenibilidad económica y social».
Puso varios ejemplos Pardo de Vera de actuaciones insostenibles que se «hicieron con diseños ineficientes, más mirando a que quedasen bien y fueran impresionantes, en particular en algunas estaciones de alta velocidad que no voy a nombrar», y abogó por aplicar criterios de racionalidad y de una palabra que reiteró a lo largo de toda su intervención, la «multimodalidad», concediendo que las administraciones públicas están «planificando sólidamente» la movilidad del futuro. Respecto a la llegada a los destinos finales, en una región como Asturias, con cerca de 6.000 entidades de población habitadas, insistió en que hay que diseñar «la movilidad de última milla desde la multimodalidad».
Así, subrayó que las estaciones de tren tienen que rediseñarse pensando precisamente en la multimodalidad y, en el caso de las de Oviedo y Gijón, en las que «se han planteado cuestiones disparatadas en lo conceptual», abogó por aportarles un «plan conceptual general» de nuevo diseño, que no solo pasaría «por ampliar sus playas de vías» y sus servicios generales, sino por conectarlas mejor al resto de sistemas de transporte.
Por ejemplo, dentro de esa idea de intermodalidad, anotó que el «Ave de Asturias tendría que llegar en Madrid a la Terminal 4 de Barajas» para conectar la región con el resto del mundo, sin que haya que «llevar maletas desde la estación -Chamartín o Atocha- al aeropuerto, o en mercancías, que no haya rupturas de carga y tiempos de espera ineficientes». Y en el caso de Gijón y Avilés puso el acento en que «Asturias tiene una fachada marítima privilegiada y los puertos de Gijón y Avilés tienen que aprovechar las oportunidades que ofrecen para la transición energética, con grandes plataformas que no todo el mundo tiene. Gijón está posicionada en la economía del hidrógeno», insistió en varias ocasiones, haciendo alusión a la posibilidad de desarrollar parques eólicos «gracias a la enorme evolución de la eólica 'offshore' sin cimentación», entre otros aspectos.
Respecto a llevar la alta velocidad de Pola de Lena «a las ciudades», Pardo de Vera recordó que «supondría una inversión de 6.000 millones y una agresión implanteable al paisaje para ganar diez minutos, cuando ya nos estamos moviendo en el entorno de las tres horas, que es aceptable. De hecho, el propio presidente de la Cámara de Comercio, Carlos Paniceres, en su presentación de Pardo de Vera, ya había anotado que «no hace falta destrozar Asturias para ganar siete minutos».
Pardo de Vera, de hecho, partió del ferrocarril, pero se adentró en todos los medios de transporte y su diseño interdependiente y optimizado. Un ejemplo: anotó que «para el coche particular, la motorización eléctrica es la solución, pero en los vehículos pesados -de camiones a barcos, pasando por los ferrocarriles- la tecnología de baterías y su recuperación está aún muy poco desarrollada, mientras que el hidrógeno no genera huella de carbono».
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