Parte del grupo de obispos del que forma parte el arzobispo de Oviedo en la visita 'ad limina' al Papa, ayer, en la basílica de San Pablo Extramuros, tras la misa que celebraron bajo la dirección, esta vez, del arzobispo de Pamplona y Tudela, Francisco Pérez (con mitra y casulla morada) . E. C.

El Papa Francisco: «¿Y don Gabino, sigue fumando tanto?»

Visita 'ad limina'. El Sumo Pontífice preguntó al arzobispo Sanz Montes por el emérito y recordó su paso por Asturias como joven jesuita

octavio villa

Viernes, 17 de diciembre 2021, 20:49

Ser católico es, por definición, ser universal. Ser el Papa de los fieles católicos obliga, pues, a ser un viajero tanto físico como de mente y de corazón y hasta en el tiempo. Y es así como se desveló el pasado jueves el actual Sumo ... Pontífice, el Papa Francisco, para el siglo Jorge Bergoglio. Durante el largo y fraternal encuentro que mantuvo con 24 obispos españoles, entre ellos el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, tuvo tiempo para las cuestiones más profundas, pero también para pulsar el sentir de las diversas comunidades de cristianos a los que los prelados representan.

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Y se acordó de una Asturias que el propio Jorge Mario Bergoglio pisó siendo un joven aspirante a jesuíta, un junior de la orden de San Ignacio de Loyola. Se lo relató a monseñor Sanz Montes, hablando de la gastronomía asturiana que él tuvo la oportunidad de probar en casa de unos parientes lejanos durante la visita que hizo, acompañado de Segundo García y Méndez-Casariego, por aquel entonces arzobispo de Burgos y natural de Coaña. En el viaje ambos aprovecharon para visitar a un pariente que, según palabras de Bergoglio, mantienen en común. Y allí pudieron probar los platos de la tierra.

El arzobispo de Burgos, Mario Iceta; el de Oviedo, Jesús Sanz Montes, y el obispo de Santander, Manuel Sánchez Monge, ayer, en la reunión del Consejo Pontificio para los Laicos, la Familia y la Vida. E. C.

Ya en 2014, con motivo de la anterior visita 'ad limina' de los obispos españoles, había recordado el Papa aquella visita de juventud, que vive aún fresca en la memoria de un Papa que ayer mismo cumplió los 85 años, pero que se mantiene joven y fuerte de espíritu y de memoria. En aquella ocasión, Francisco no tenía como interlocutor al arzobispo de Oviedo, sino a Francisco Gil Hellín, arzobispo de Burgos, y su vicario dePastoral, Máximo Barbero. «Para empezar la conversación, yo le dije que si conoció la diócesis de Auca, actualmente Montes de Oca, y ahí aludió a su paso por mi provincia y su posterior viaje a Asturias», recordaba Barbero, ya de vuelta en España tras el viaje. «En cuanto se lo mencioné no tardó en decirme que sí, que claro que lo conocía», al tiempo que afirma que se sintió «sorprendido de que recordara con tanta rapidez su visita y todos los nombres», explica, al tiempo que señala que el Papa le narró que «fui a pasar unos días al pueblo natal de Segundo García porque un familiar mío era también suyo. En el viaje visitamos la parroquia de San Martín de Mohías (Coaña) y a sus dos hermanas».

El compañero de viaje del ahora Papa por Asturias nació en la pequeña parroquia San Martín de Mohías el 28 de mayo de 1908 y fue ordenado sacerdote en 1931. Designado obispo de Barbastro en 1954 -siendo consagrado en Gijón por el entonces nuncio Ildebrando Antoniutti- y tras ocupar varios cargos, entre ellos el de coadjutor de Oviedo, fue nombrado arzobispo de Burgos en 1964, cargo que ocupó hasta octubre de 1983, cuando pasó a ser arzobispo emérito de esa misma diócesis. El religioso asturiano falleció el 30 de octubre de 1998.

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La fecha exacta de su periplo asturiano junto a Bergoglio no trascenció, pero Barbero cree que fue a principios de los años 70, fecha en la que el ahora Papa se encontraba en Alcalá de Henares para conseguir la tercera probación de su noviciado, la última prueba necesaria para ingresar definitivamente en la Compañía de Jesús. Por aquel entonces, Segundo García ya ocupaba el cargo de arzobispo de Burgos y visitaba regularmente a su familia asturiana.

Recuerdos a don Gabino

Al arzobispo de Oviedo le impresionó, en el encuentro del jueves con el Papa, la memoria de Francisco: «Fue hermoso cuando le di los saludos del arzobispo emérito, Don Gabino (Díaz Merchán, que actualmente, a sus 95 años, vive en la casa sacerdotal, junto al palacio arzobispal de la diócesis ovetense). Al preguntarme por sus apellidos, rápidamente lo identificó y me dijo de cuando había sido presidente de la Conferencia Episcopal Española (de 1981 a 1987)», relata Sanz Montes. Pero no fue un mero recuerdo documental. Francisco, que como queda dicho pisó Asturias al inicio de los años 70 como un joven junior jesuita, lo hizo al comienzo de la labor de Díaz Merchan al frente del Arzobispado asturiano (que comenzó en 1969). Y demostró tener recuerdos muy personales de él. A Sanz Montes le inquirió sobre Don Gabino: «¿Cómo está? ¿Cuántos años tiene ahora? ¿Sigue fumando tanto?», cuenta Sanz Montes que le preguntó Francisco, y añade que «era curioso el detalle de preguntarme por su salud, pensando que una persona mayor, tras haber fumado mucho, podría estar delicada. Y, con afecto, me dijo que le llevara su bendición».

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Pero la visita 'ad limina apostolorum', teniendo como punto central o, al menos, más «gozoso» el encuentro directo con el Papa, no consiste solo en eso. Es una semana de encuentro de los obispos en Roma, un momento para repensar actitudes, de afrontar las problemáticas a las que hacen frente las comunidades cristianas y de buscar respuestas adecuadas a las mismas. Ayer, por ejemplo, los obispos españoles tomaron parte en la reunión del Consejo Pontificio para los Laicos, la Familia y la Vida, en la que debatieron sobre temas amplios como los laicos en general y los jóvenes en particular, la vida y sus entredichos políticos y culturales y la familia, así como la aportación de la Iglesia en estos campos.

Sanz Montes expresó en esta reunión, de la misma forma que hizo ante el Papa, que «nuestra vieja Europa de raíces cristianas tal vez mal regadas, en la medida que pierde su identidad se hace insolidaria y se sume en una tristeza que suscita nuestra preocupación, cuando vemos a demasida gente tocada y hundida por todo lo que está pasando». Con todo, el mensaje del arzobispo de Oviedo también es de esperanza: «El pueblo de Dios sencillo sabe a quién pertenece su alma, y tiene motivos para la esperanza en medio de un mundo desesperado. Esta es la buena noticia que podemos anunciar los cristianos».

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