Ramón Méndez-Navia y Pilar Díaz Cano, durante la presentación de la memoria de Cáritas. ÁLE PIÑA

La pandemia lleva a la ruina en su primer año a más de un millar de familias asturianas

Cáritas dice que el sistema de protección «no funcionan para los más vulnerables» y critica «las dificultades» de la prestación estatal

CHELO TUYA

GIJÓN.

Viernes, 26 de marzo 2021, 01:32

Más de mil de peticiones en tres meses. Los que la pandemia de la covid obligó a estar confinados en 2020. Entre abril y junio pasados, Cáritas se vio desbordada de llamadas de auxilio. De familias que, hasta la llegada del coronavirus, vivían en ... situación «normalizada», pero que, de la noche a la mañana, se quedaron sin su fuente de ingresos. En los meses de confinamiento fueron 1.010 las familias asturianas que acabaron en la ruina. En todo 2020, la cifra llegó a las 2.151 que, por primera vez en su vida, necesitaron recurrir a la ONG para salir adelante

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«Hasta la llegada de la covid tenían empleo, vivienda y recursos». Pero el parón económico que forzó la lucha sanitaria contra el virus «las expulsó» de esa vida y las llevó a solicitar «ayuda de emergencia» en Cáritas. Esas 2.151 nuevas familias engrosaron el volumen de hogares a los que Cáritas ya ayudaba hasta elevar la cifra a 5.158. En más de 1.700 de ellos sus integrantes «no contaban con ningún ingreso».

Así lo aseguró ayer la responsable del servicio de análisis y estudios de Cáritas, Pilar Díaz Cano. Lo hizo durante la presentación de la memoria de la entidad en 2020, un año marcado por la pandemia de la covid, que bajó el número de personas atendidas, 12.434 frente a las 16.227 del año anterior, pero que obligó «a un acompañamiento más largo y sostenido en el tiempo», según explicó el secretario general de Cáritas, Ramón Méndez-Navia. Porque aunque el descenso de personas ayudadas fue del 23%, el recorte en el número de familias no llego al 2%: en 2020 Cáritas ayudó a 5.185. El año anterior, a 5.202. «Hemos hecho un gran esfuerzo», señaló Méndez-Navia.

Tanto él como Díaz Cano consideran que «para las familias más vulnerables, el sistema de protección social no funciona. Un 26% de las familias a las que atendemos ya lo son desde 2018 o antes». Además, según los datos de la entidad, «se están provocando dinámicas de pobreza y exclusión social que provocan que familias que, anteriormente, no necesitaban apoyos de urgencia ni acudir a los servicios de Cáritas, se están viendo obligada a hacerlo». Suman, además, que «en 1.761 de los hogares a los que acompañamos, no contaban con ningún ingreso».

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De hecho, sus cifras demuestran que «casi la mitad de los hogares que acudieron a Cáritas por primera vez lo hicieron durante los meses de confinamiento», lo que significa que «nuestros servicios de acogida constituyeron uno de los primeros y principales mecanismos de protección y urgencia a los que acudieron las familias cuando se encontraron en situación de necesidad».

En esa línea, Méndez-Navia explicó que «los desafíos que nos quedan como entidad es intentar restaurar la brecha social que se ha abierto», ya que, confirma «la transmisión generacional de la pobreza» con ejemplos diarios: «Estamos atendiendo ahora a hijos de padres que atendimos antes. La situación de muchas familias no mejora. Se atasca».

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Un atasco que no solucionan los empleos precarios: «512 familias tenían algún miembro trabajando, pero no contaban con ingresos suficientes», ni las prestaciones sociales, «884 familias que cobran el salario social han tenido que recurrir a nosotros»,

Rostro de mujer

Por ese motivo, pide Cáritas una revisión de las políticas de ayuda y vivienda. En el primero de los casos, Méndez-Navia explica que la gran apuesta del Gobierno central en 2020, el ingreso mínimo vital que aprobó en junio como garantía de evitar la exclusión social, «presenta enormes dificultades para su tramitación y su concesión». Y aportó datos: «Del 5,4% de familias que solicitaron el ingreso mínimo vital, solo el 1% lo lograron. A otro 1% se lo han denegado y el resto está pendiente de resolución».

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Como también necesita una revisión «la política de vivienda», ya que, afirma, «en pisos de 60 metros cuadrados están viviendo dos y tres familias. Es una realidad que no es visible».

Encuanto al análisis de las familias llegadas a Cáritas en 2020, aunque muchas son atendidas desde años anteriores, la mujer es protagonista. A cargo de una están la mayoría del 21% de los hogares a los que ayudó Cáritas el año pasado. Igualmente es protagonista una mujer el 20% de los hogares unipersonales.

Una imagen más cercana de ambas radiografías muestra «a una mujer de entre 40 y 44 años, con un hijo a cargo y que viene de Latinoamérica», en el caso de los hogares con un adulto acompañado de menores. Una mujer que «ha tenido que asumir cargas adicionales de conciliación entre el trabajo y el cuidado de los menores debido al cierre de los colegios durante el estado de alarma». También es una mujer la que aparece en los hogares unipersonales. Esta vez «de entre 45 y 65».

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