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EVA FANJUL
GIJÓN.
Lunes, 12 de octubre 2020, 01:37
«Nosotros contamos, somos parte de la sociedad, pero seguimos siendo invisibles», reprocha la presidenta de la Federación de Personas Sordas del Principado de Asturias (Fesopras), la politóloga Paula Fernández (Oviedo, 1990). El colectivo exige que se cumpla la ley y se respeten sus derechos «muy afectados por la pandemia». Se estima que en Asturias hay unas 5.000 personas sordas, pero «no hay datos oficiales», reprocha.
-¿Cuál es la situación actual del colectivo en Asturias?
-Pues preocupante. Por eso, y en el marco de la celebración de este día y de la Semana Internacional de Personas Sordas estamos reafirmando nuestros derechos.
-¿En qué sentido?
-En época de pandemia, nos hemos dado cuenta de que nuestros derechos están muchísimo peor. Antes parecía que habíamos conseguido algo pero con la situación real actual vemos que no se cumplen y que faltan muchísimas cosas.
-¿Por ejemplo?
-Pues, por ejemplo el reconocimiento de la lengua de signos significa que tiene que haber intérpretes en todos los ámbitos públicos. Esto es algo que queda muy bonito puesto en el texto de la ley, pero luego vas a un acto público y ves que no hay intérpretes. Así que sigue habiendo problemas de comunicación y siguen existiendo las barreras. Y claro con la pandemia, se han evidenciado aún más todas estas cosas.
-¿De qué manera la pandemia les ha afectado?
-Pues imagínese... a día de hoy vemos cómo la pandemia está afectando psicológicamente a la sociedad. Hay muchas personas que no saben qué hacer. Toda esta situación, el confinamiento, les genera mucha incertidumbre con la situación laboral. Claro que esto afecta, pero es que a las personas sordas todos los años, bien desde que nacemos o desde que te das cuenta de que la persona es sorda tu vida es como un laberinto. No sabes si lo vas a conseguir, no sabes qué vas a hacer, las barreras que vas a tener... Todo esto nos afecta, como digo, y actualmente con la pandemia mucho peor, la situación se ha agravado. Creo que la sociedad o no quiere entender o falta sensibilización.
-¿En qué lo notan?
-A la hora de comunicarte, muchas veces yo pido que si por favor se pueden bajar la mascarilla o si pueden escribir... y tampoco. Entonces, falta comprensión y empatía.
-¿Cómo fue el confinamiento?
-Nuestra vida dentro de casa, en general, bien. El problema es cuando queremos contactar con el exterior, ahí es donde nos encontramos las barreras. Ha habido casos de personas sordas que viven en pueblos solas y no entendían qué estaba pasando. En la televisión leían 'prohibido salir de casa' y no salió ni a comprar hasta que alguien le explicó que podía hacerlo. Faltaron intérpretes para dar la información y siguen faltando. Desde la Federación intentamos informar a todos, pero no sabemos si les llega.
-Denuncian los problemas que les genera el uso de mascarilla.
-El principal problema es que las mascarillas son opacas, lo cual supone una gran barrera para las personas sordas o con problemas de audición porque impiden la comunicación y la información. Esta situación genera ansiedad, aislamiento y sensación de impotencia.
-¿Y cómo llevan la implantación de la atención telefónica en muchos servicios públicos?
-Esto es un gran problema porque la atención telefónica no da nada de privacidad, porque para hacer cualquier llamada la persona sorda depende de un familiar o de un intérprete. Podría plantearse como un mensaje al móvil, un whatsapp o un correo electrónico, pero el sistema esta así... Somos ciudadanos de primera, igual que el resto y al final nos sentimos como ciudadanos de segunda. La Administración es la que tiene que adaptarse a nuestras necesidades.
-¿Y la vuelta al colegio? ¿Cómo está siendo para las familias con niños sordos?
-Pues nos sentimos aislados, en realidad. Por ejemplo, una compañera mía que tiene una hija sorda cuando le preguntó estos días a la niña qué tal le iba en el colegio, la hija le contestó que algunas cosas no las entendía. Tiene un mediador comunicativo pero está muy pocas horas. Luego, los profesores usan mascarillas opacas. La niña tiene implante, pero aún así no entiende bien porque la información no llega al 100%. Y, además, el contacto con sus compañeros también le cuesta por las mascarillas. Esto ejemplifica lo que experimentan muchos alumnos, algunos con situaciones mucho perores.
-¿Han hablado de ello con la Consejería de Educación?
-Sí, y con la el Sespa. Nos dicen que sí, que van a trabajar y van a intentar atender nuestras propuestas. Pero una cosa es intentar y otra, que se vaya a cumplir. La excusa es siempre la misma, que no hay recursos económicos ni humanos. Dicen que nos entienden, pero nosotros sentimos que no.
-¿Y en el ámbito laboral?
-Queremos que lo normalicen. Las personas sordas podemos trabajar en cualquier puesto de trabajo. La empresa debe adaptarse y dotar de recursos, porque hay alternativas para hacer el trabajo.
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