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No lo dudó, en cuanto tuvo el alta Pablo Riesgo decidió volver a su puesto en Urgencias del Hospital de Jove. Lo suyo con la sanidad era vocación. El coronavirus que había pasado en noviembre le había dejado secuelas, cansancio, fatiga y una tos persistente, pero eso no fue impedimento para él, a pesar que su padre le pidió más de una vez que se quedase en casa. «Tenía claro que quería volver. Decía que sus compañeros estaban haciendo muchos turnos. Yo le dije que descansase más, pero no hubo manera», recuerda su progenitor, Luis Manuel Riesgo.
Fue precisamente durante uno de sus turnos cuando el joven, que falleció el domingo a los 26 años, comenzó a encontrarse mal. «Empezó el lunes con dolor de garganta y el miércoles ingresó. El sábado me llamó para decirme que lo bajaban a la UCI y de ahí fue en picado», relata su padre.
Ahora será la autopsia la que determine las verdaderas causas del fallecimiento del joven. «Los médicos no saben qué pudo ser, si tiene relación con el coronavirus o no. Por eso debemos esperar a la autopsia», insiste el padre, quien pide a la ciudadanía responsabilidad. «Él solo tenía 26 años, pero era muy responsable. Es una vergüenza que la gente no cumpla con las medidas», critica.
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El joven era técnico en cuidados auxiliares de enfermería. Su profesión era su pasión. Todo el mundo en el hospital gijonés lo quería. «Sus compañeros están destrozados. Todos. En el hospital son todos una familia y tenemos que agradecer el trato que han tenido con nosotros. Tanto ellos, como los médicos del HUCA», agradece Riesgo, quien asegura estar «orgulloso» de su hijo. «Tendrías que haberlo conocido», afirma mientras agradece el apoyo de las numerosas personas que esta mañana se acercaron al tanatorio de Luanco.
Riesgo era un apasionado del fútbol. Sportinguista hasta la médula, desde que su padre lo llevaba a los partidos cuando era pequeño. Alegre, divertido y concienciado con una pandemia que no entiende de edades.
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