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R. M.
GIJÓN.
Lunes, 23 de octubre 2017, 03:13
Ocurrió hace hoy una semana. El humo de los incendios, las cenizas y los vientos de un huracán que no terminó de ser tiñeron de sepia los cielos de Asturias y Cantabria, un fenómeno que se extendió hasta Londres. En el suroccidente, el naranja pasó a oscuro, como recuerda Enrique Iglesias. «Fue impresionante, como estar en una película», evoca.
«Íbamos a caballo, por un monte de San Martín de Oscos, de ruta. Ya nos había amanecido anaranjado, pero a las dos de la tarde empezó a venir una enorme nube negra desde Ibias, que fue cubriéndolo todo», relató. De golpe, el día se hizo noche y donde antes costaba ver, ya no divisaban nada. «Para comer tuvimos que echar mano de la linterna, y ni con esas», dice. «No sabíamos cuánto podía durar aquello, ni por donde seguir; vimos una lechuza... ¡a las tres de la tarde! Los gallos cantaban a lo lejos; estábamos todos desorientados, todos menos los caballos», detalla.
Cuenta que aquella noche sobrevenida tuvo «algo de mística; no hablábamos entre nosotros, estábamos callados, atentos a cada detalle, preguntándonos cuánto duraría». Fue aproximadamente hora y media de una experiencia que también se vivió en otras zonas del suroccidente y sigue dando que hablar.
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