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ANA RANERA
Domingo, 21 de agosto 2022, 03:18
La tensión se mascaba ayer por la tarde en Benia de Onís. La localidad se dividía entre quienes apoyaban la celebración de la única corrida del verano en Asturias -la primera tras el cierre de El Bibio- y quienes mostraban su absoluta repulsa a este festejo. En este pequeño pueblo del oriente de Asturias, habituado al silencio, se mezclaba el griterío que salía de la plaza con las protestas de los antitaurinos, que se manifestaban en contra a unos cuantos metros. Para estos últimos, con permiso solo para sesenta personas, esta corrida era «una barbarie», como destacaba Vanesa González, de Alma Animal.
Para ella, ya es hora de «acabar con la violencia de una vez porque no estamos en el siglo de los torturadores», recordaba. «Un pueblo tan bonito como este va a quedar marcado y no tiene razón de ser», se lamentaba.
Junto a ella, José Vicente Busta recordaba que «esto no es cultura y menos, en el oriente de Asturias». Para él, no hay más que ver que plazas de toros como las de las grandes ciudades asturianas «están cerradas».
En opinión de Susana Fernández, de Lobo 21, este festejo estaba «fuera de lugar» y añadía convencida que es «una vergüenza y un atraso intelectual dejar que Asturias vuelva a acoger la tortura».
Todos ellos recibieron, por eso, a los aficionados, al grito de «¡cobardes!» y, con aún más dureza, pues les espetaron que eran «una vergüenza para los asturianos». Sus clamores recibieron respuesta porque hubo taurinos que no dudaron en lanzar un «oléis mal» a los manifestantes y mandar «a fregar» a las mujeres que los increpaban.
Pese a la tensión del ambiente, el portavoz de Vox en el Principado de Asturias, Ignacio Blanco, prometía que los taurinos únicamente estaban «reivindicando la libertad de disfrutar de una fiesta que es ya no solo nacional, sino internacional», lanzaba. En su opinión, era «preocupante» que hubiera una niña en una manifestación antitaurina «en la que muchos defenderán el aborto», decía, al tiempo que destacaba que «los toros permiten que muchas comunidades subsistan».
Como él pensaba el diputado de Vox Iván Espinosa de los Monteros, para quien «la alcaldesa de Gijón decidió acabar con una fiesta que es de interés para todos los asturianos». Convencido de ello, él hacía caso omiso de los manifestantes porque consideraba que «España es un país libre y la gente puede opinar lo que quiera».
No eran ellos los únicos que defendían el festejo. Fernando Fernández-Guerra, el presidente de ASTAS, Activistas Taurófilos de Asturias, también lo hacía. «Hay que reivindicar los toros porque en Asturias hay una auténtica, real y visual afición por la fiesta nacional». De hecho, él recordaba que este es «el fenómeno cultural más antiguo de la historia».
Sus palabras fueron la antesala de una corrida, en la que, en varias ocasiones, se escuchó el grito de «¡toros en Gijón!» y se lanzaron al ruedo varias banderas de la ciudad para reclamar su regreso.
Eso sí: no todo fueron reivindicaciones en el coso, también se escucharon provocaciones -dirigidas a los contrarios a la celebración- en las que un pequeño número de aficionados se jactaba de que hubiera «un toro menos» cuando sacaban al animal muerto de la arena. «Este ya no embiste», se mofaban.
Opiniones diversas que tenían lugar mientras Andy Cartagena, Isaac Fonseca y Daniel Medina se llevaban todo el protagonismo, junto a los astados. Cartagena consiguió oreja con petición y dos orejas y petición de rabo en su segundo toro. Por su parte, Fonseca logró en ambos dos orejas y Daniel Medina se llevó una oreja y una oreja con petición.
El público aplaudió a los tres con ganas, más que por la tarde taurina -que también-, por haber vivido un festejo en Asturias.
Una corrida que trascendió más allá de Benia de Onís, porque incluso se habló de ella en la Fiesta del Asturcón, durante la mañana. Allí, el presidente del Principado, Adrián Barbón, aseguró que desconocía «la tramitación administrativa» para llevar a cabo esta actividad, aunque se imaginaba «que se hizo correctamente». No obstante, él quiso destacar: «Si lo que me preguntan es que si me gusta, no me gusta, los toros no me gustan».
Un debate que podría ser eterno, porque ni antitaurinos ni taurinos tienen pensado quedarse de brazos cruzados. Los primeros aseguraban ayer que seguirán luchando para impedir próximos festejos y los segundos prometen que no tirarán la toalla porque en Asturias hay afición a los toros. Solo queda esperar a que pase el tiempo para ver si se celebran más corridas en los próximos meses o en los próximos veranos.
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Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
José A. González y Álex Sánchez
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