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Tranquilidad en la frontera entre Asturias y Cantabria durante la primera mañana de libertad de movimiento tras medio año de cierre. Pese a que en los negocios de la zona esperaban un mayor movimiento en las horas posteriores al fin del estado de ... alarma, lo cierto es que por el momento son pocas las personas que están pasando de una comunidad a otra. De hecho, quienes más ganas tenían de poder circular sin restricciones y recuperar paulatinamente la normalidad eran los propios vecinos del entorno de la frontera. «Bustio y Unquera somos un solo pueblo, tenemos un contacto muy estrecho y todo esto nos cambió mucho la vida diaria», indicaba Ángel Suárez mientras se disponía a cruzar el puente para regresar a su casa, en la parte cántabra, tras un paseo por la zona asturiana junto a su perro. «Teníamos muchísimas ganas de poder retomar el contacto con Unquera porque estamos muy ligados y prácticamente hacemos vida allí», certificaba la ribadedense Mari Carmen García.
Desde el supermercado de Bustio, Elena Gutiérrez explicaba que con el fin del cierre perimetral «la gente irá más tranquila, sin miedo a que les multen aunque en realidad no estén haciendo nada mal, porque para venir a comprar bienes de primera necesidad se podía venir». Y Mari Carmen Pérez, bilbaína asentada en la pequeña aldea de Bojes (Ribadedeva) le daba la razón. «Ya perdí la cuenta de todas las veces que me pararon viniendo a por el pan y la prensa», señalaba. Y celebraba que, por fin, tras muchos meses, «podremos ir a Bilbao a ver a la nieta».
Otros que también aprovecharon desde primera hora la nueva situación fueron los ciclistas. «Necesitábamos cambiar de aires, porque llevamos seis meses yendo por las mismas rutas, las sabemos de memoria», explicaban Rafael Sánchez y Salvador Matarranz, del Club Ciclista Ribadedeva. Así las cosas, ayer, junto a otros cuatro compañeros, salieron a rodar desde La Franca hasta Cabezón de la Sal (Cantabria). Por el camino, apuntaron entre risas, se cruzaron con sus compañeros cántabros haciendo el recorrido a la inversa. «Al salir vimos, por ejemplo, a la grupeta de San Vicente de la Barquera que venían para Asturias y al volver, lo mismo, estamos todos igual», reconocieron. También el cántabro Enrique Conde, vecino de Celucos, varió por primera vez en meses de recorrido. «Puedo hacer la ruta sin pasar la frontera, pero la Nacional 621 que va a Potes tiene mucho tráfico de coches, así que ya tenía ganas de poder ir por Asturias, que es más cómodo y tranquilo», indicaba junto al puente de Bustio. Eso sí, hacía un llamamiento a la «prudencia» para que no se repitan escenas como las vividas el pasado verano. «Sigue sin haber suficiente concienciación y temo que en quince o veinte días volvamos a estar mal», apuntó.
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También notaron mucho las restricciones de los últimos meses los sectores comercial y hostelero y, si bien en estas primeras horas no percibieron un gran cambio, sí confían en que poco a poco los turistas vayan apareciendo. «Solemos tener muchos clientes que paran a tomar algo de la que van hacia Asturias o los Picos de Europa y en este tiempo sí que vendimos bastante menos, por lo que esperamos que la cosa cambie a partir de ahora», indicaba Nacho González, encargado de la cafetería Pindal, conocida por sus corbatas y palmeras gigantes. A pocos metros, el propietario del bar Deva, Jesús Gutiérrez, lamentaba que, pese a un posible incremento de visitantes, las restricciones que aún pesan sobre la hostelería cántabra no les permitirán demasiado margen. «Seguimos cerrados en el interior y con un horario más reducido que Asturias, así que no sé lo que notaremos», apuntó. Y desde la tienda especializada en gastronomía de la zona Casa Vidal, Polo Vidal confirmó también cómo la falta de turistas afecta al negocio. «Aunque vendo alimentación y tengo clientes de la zona, la tienda está más enfocada a los turistas, así que tenía muchas ganas de que levantasen los cierres perimetrales, porque también tengo compradores habituales de Asturias que no podían venir», explicó. Y recalcó, poniendo voz al sentir de todos los vecinos de Bustio y Unquera, que «el puente no nos separa, sino que nos une, somos como hermanos, uña y carne, todo lo hacemos juntos, por eso estos meses fueron especialmente difíciles de sobrellevar».
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