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Gloria Pomarada
Lunes, 8 de mayo 2023, 01:54
Sobre la arquitectura de las casas de indianos y quienes las impulsaron existe una prolija bibliografía de la que carecen sin embargo los jardines que envuelven al edificio, elemento esencial en la configuración de su imagen. Tan poco se ha investigado que «no hay nada», ni siquiera una relación detallada de esos espacios verdes, en ocasiones tan lujosos como las propias casas. Lo explica el ingeniero agrónomo y paisajista Daniel Valera, con raíces en Llanes, quien a lo largo de los últimos años se ha ido especializando «de forma orgánica» en los olvidados jardines indianos. Gracias al trabajo desarrollado desde su estudio, con sede en Madrid, ha podido analizar y recopilar un volumen de información sobre jardines asturianos al que ha ido «dando empaque». Esa labor ha cristalizado en el 'Observatorio del jardín de indianos', en proceso de crecimiento y muy ligado a 'DLab', un departamento del estudio de Valera volcado en la «investigación, divulgación y desarrollo en el ámbito del paisaje».
«La idea es hacer una base de datos y que esa información vaya creciendo», explica el paisajista, quien recuerda la urgencia de actuar ante un patrimonio que «se está perdiendo». «De las casas se tiene más conocimiento, pero con el jardín no pasa eso», subraya Valera, quien recuerda que «en España hay poca cultura de jardines».
En sus orígenes, los jardines de los indianos estaban diseñados «para el disfrute, pero también se mezclaba con parte productiva», por ejemplo con la plantación de frutales. El elemento vegetal más reconocido, hasta el punto de ser seña de identidad de una construcción de origen indiano, es la palmera, si bien esta es solo una muestra de las variedades «exóticas» que pueden albergar. «El jardín de indianos es de mezcla, son gente que vivió en otros lugares y que trajeron o reprodujeron lo que vieron y les llamó la atención», indica. Las «especies exóticas» son «un guiño a aquel pasado», como también ciertos estilos arquitectónicos aplicados en los mismos jardines. «Todo tiene un porqué», prosigue Valera, con curiosos hallazgos en su haber. Un ejemplo es el de un pasillo «perdido» que consiguieron recuperar y que reveló que «se usaba para la procesión» que salía de la casa de un acaudalado indiano en dirección a la iglesia.
«Labor pedagógica»
Si bien el observatorio en proceso de construcción ha comenzado por zonas como Llanes por los lazos y respaldo que ha encontrado Valera, el paisajista no «descarta nada» en cuanto a la extensión geográfica. En el concejo llanisco trabaja actualmente en el jardín del Palacio de Vidiago y con anterioridad lo hizo en el del Hotel Villa Marrón, en Naves. También en el Palacio de Niembro, donde si bien su origen no es indiano, sí lo es, explica, su «enfoque».
Papel principal juega en la investigación la confianza de los clientes, ya que el grueso de los jardines son privados. «Por suerte, les interesa», destaca Valera. Con ellos tratan de realizar una «labor pedagógica» sobre la relevancia de esos espacios verdes. «Nuestro interés es que haya cierta concienciación, remar para que no se pierdan», apunta. También a «nivel público» fijan sus objetivos, de «espectro abierto». Entre las ideas de futuro que baraja se encuentra desde impulsar la investigación mediante campañas de micromecenazgo a pulsar el interés de universidades. «Tenemos que hacer que los jardines de indianos se conozcan», subraya.
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Álvaro Soto | Madrid y Lidia Carvajal
Cristina Cándido y Álex Sánchez
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