Ribadedeva recupera la torre de Noriega, que convertirá en un gran escenario histórico

Uno de los primeros pasos de la reparación pasará por levantar el árbol que sobresale por la torre, desmontar la cubierta, demoler el entramado de forjado y el muro de mampostería de la esquina oeste.

La nueva cubierta será una estructura de «madera aserrada, con formación de pendiente mediante tablero termochip, enrastrelado y teja cerámica curva, con instalación de canalones y bajantes», detalla el contrato. Por su parte, la limpieza de mampostería, que incluirá la eliminación de la costra biológica superficial, requerirá de la supervisión de un arqueólogo, aportado por el Principado. Por último, la esquina del muro oeste se consolidará «mediante el cosido de las grietas existentes y el apeo del muro, junto con el rejunteo de la mampostería».

Una vez finalicen los trabajos, la intención del Consistorio es la de potenciar la torre de Noriega como atractivo turístico y cultural. «Está en la Ruta de las Tradiciones y es una obligación para favorecerla», explica el alcalde, el socialista Jesús Bordás. El conjunto militar, declarado BIC en 2016 por presentar «rasgos constructivos únicos en nuestra comunidad», también está llamado a ser el escenario de futuros eventos medievales en Ribadedeva. «En el verano de 2019 habrá actividades», explica el regidor.

El inmueble ubicado en el núcleo rural de Piñera es fiel testigo de esa época, pues fue construido entre finales del siglo XIV y comienzos del XV. En torno a la torre bajomedieval se fueron articulando a partir del siglo XVI un conjunto de edificaciones, siempre con la torre como elemento central.

A lo largo de los siglos el inmueble -integrado por la propia torre, casona y capilla- ha ido sufriendo un progresivo deterioro, hasta el punto de que en 1998 el Principado advirtió de su «deficiente» conservación al incluirlo en el Inventario del Patrimonio. No obstante, pocos habían sido los pasos dados hasta entonces para conservar uno de los conjuntos más destacados de la arquitectura militar en Asturias. Fue el Ayuntamiento la administración que finalmente, y ante la improbable aparición de herederos y el estado de abandono, solicitó ante el Gobierno autonómico una orden de ejecución que obligase a los propietarios a realizar las obras de conservación. El fin era que, al confirmarse la no comparecencia de propietarios, las tareas recayesen en el propio Ejecutivo municipal.

Hasta llegar a ese punto, el equipo de gobierno tuvo que completar una larga tramitación burocrática, iniciada el pasado mes de diciembre. Con la experiencia adquirida en estos meses, Bordás confía en que las obras que se puedan presentar en años venideros «sean más rápidas porque ya tenemos los informes». Además, indica, lo «novedoso» de la iniciativa ribadedense será empleada como ejemplo en otras administraciones. «En muy pocos ayuntamientos se habían hecho expedientes de este tipo, remitiremos a Patrimonio el nuestro como modelo», destaca el regidor.