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G. POMARADA
COLUNGA.
Lunes, 17 de mayo 2021, 03:31
Bajo sus salas de exposición permanente, el Museo del Jurásico (Muja) guarda auténticos tesoros recuperados de la Costa de los Dinosaurios que, de cuando en cuando, grupos reducidos de visitantes tienen el privilegio de descubrir de la mano del equipo científico. Para conmemorar ... el Día de los Museos, ayer fue una de esas ocasiones. El viaje a las entrañas del Muja fue guiado por la geóloga Laura Piñuela, quien detalló a los seis afortunados visitantes el día a día de su trabajo: «Recorremos los acantilados sistemáticamente y todo el material posible de extraer se trae al museo». Esa labor de recuperación es vital, pues los temporales pueden destrozar los restos. Una vez en el centro, son estudiados y preparados para su muestra, si bien la cantidad es tal que no todos hallan encaje en la parte visible del museo.
Actualmente, el número de piezas supera las 5.000, de las cuales 620 corresponden a huellas de dinosaurio, lo que convierte a esa colección en la mayor de Europa y la tercera a nivel mundial. La litoteca es el espacio donde se almacenan desde huesos a dientes de cocodrilo, caparazones de tortuga, ammonites o escamas de peces que a la vista lucen como azabache. La gran baza del jurásico de Asturias reside sin embargo en sus huellas, algunas con tal nivel de detalle que permiten distinguir membranas interdigitales, las almohadillas de las palmas o curiosidades poco frecuentes, como una correspondiente a un dinosaurio que resbaló y dejó así marcadas las escamas.
Detrás de los hallazgos está el trabajo del equipo científico, que llega a destinar meses para extraer una única pieza. Ayer mismo, Irene Sánchez Cela se afanaba en una preparación en los laboratorios, para deleite del público. Cuentan además con una sala de «ataque químico», en la que primero se protege el resto con una resina, luego se mete en el ácido para disolver el carbonato de la roca y, tras retirar el barniz protector, se introduce en agua. El proceso se repite tantas veces como sea necesario, hasta que la pieza queda lista bien para ser expuesta o para depositarse en los fondos de un museo que esconde aun más de lo que muestra.
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