LUCÍA RAMOS
RIBADESELLA.
Domingo, 14 de octubre 2018, 01:19
«La medalla se queda donde todos nosotros consideramos que debe estar, entre aquello que forma parte de la historia de la cueva». Con estas palabras, los descubridores de Tito Bustillo procedían ayer al mediodía a depositar la Medalla de Oro de Asturias que hace ... poco más de un mes les entregó el Principado en el Centro de Arte Rupestre ubicado junto a la oquedad paleolítica, en la capital riosellana. Lo hicieron convencidos de que es a dicho lugar a donde pertenece el galardón y, además, como forma de agradecer tanto al personal del equipamiento como a todo el pueblo de Ribadesella el buen trato y el afecto que siempre les han mostrado.
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«Estamos seguros de que la medalla va a ser tratada con todo el cariño, el mismo que nos dais a nosotros siempre que venimos por aquí», apuntó Eloisa Fernández Bustillo, quien hizo las veces de portavoz del grupo. Aprovechó también para anunciar que junto a la Medalla de Oro de Asturias permanecerán también en la vitrina las diferentes distinciones que fueron otorgadas a título póstumo a su hermano Celestino, quien fallecía poco después del hallazgo en un accidente de montaña y en cuyo honor se bautizó a la cueva. «Todos los hermanos estuvimos de acuerdo en que estuviesen aquí, así como en depositarlas en el mismo momento que la medalla, pues queríamos que el resto de descubridores estuviesen también presentes, ya que los galardones de Tito son en parte vuestros», dijo, emocionada, a sus amigos y compañeros de aventuras.
Al acto acudieron también Ruperto Álvarez Romero, Jesús Manuel Fernández Malvárez, Adolfo Inda, Amparo Izquierdo Vallina y Pía Posada Miranda, así como la viuda de Fernando López Marcos, Isabel Rubio Martínez. No pudieron estar presentes Pilar González Salas ni Elías Pedro Ramos. Para todos ellos tuvo palabras de agradecimiento el consejero de Educación y Cultura, Genaro Alonso, quien manifestó que «el depósito de la medalla en el Centro de Arte Rupestre supone un auténtico gesto de compromiso con la cultura asturiana y de homenaje solidario a quienes, como vosotros, han trabajado con vocación y profesionalidad para hacer de la cueva de Tito Bustillo un centro de referencia del arte rupestre universal».
El titular de Educación se mostró también contento de poder sumar a «un año mágico» marcado por el triple centenario de Covadonga el medio siglo de un descubrimiento que fue, recalcó, «un hito de relevancia histórica para la cultura asturiana y de referencia en la conservación y la investigación del arte rupestre en el contexto internacional».
Es ésta una efemérides que, reconocieron los propios descubridores, ha terminado desbordándoles en algunos momentos, debido a la cantidad de actos de todo tipo que se sucedieron durante el año. «¿Quién nos iba a decir en 1968 que hoy íbamos a estar aquí?», se preguntó Eloisa, mientras su compañera de expedición Amparo destacaba «el cariño» con el que siempre son recibidos en el concejo riosellano. Junto a ellas, la concejala de Cultura de Ribadesella, María José Bode, también quiso aprovechar para agradecer, en nombre de los vecinos del municipio, «la generosidad que este grupo de chavalinos, pues para nosotros siempre lo seréis, vuelve a tener con el concejo» al decidir depositar en el Centro de Arte Rupestre el importante galardón.
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Llegó el momento, tras las palabras, de acercarse hasta la vitrina donde a partir de ahora descansan la medalla y las distinciones de Tito Bustillo. Entre bromas, risas y muchos recuerdos, los descubridores de la cueva no dudaron en fotografiarse con sus familiares, en grupo, solos con la medalla... Fue en ese momento cuando llegó otra de las agradables sorpresas de la mañana, y es que los abulenses Esther López y Diego Castellano, quienes se encontraban visitando el centro, no dudaron en acercarse a los 'chavalinos' que hace cincuenta años hicieron historia para mostrarles su admiración.
«Estuvimos antes viendo la muestra y las grabaciones y cuando estábamos visitando la Cuevona de Ardines nos contó el guía que se cumplía medio siglo del hallazgo y que se encontraban aquí los descubridores, así que no dudamos en volver para ver si dábamos con ellos. Ha sido una pasada, un regalazo enorme, no nos imaginábamos que íbamos a tener tanta suerte», reconocieron. Un regalo que palió en parte la decepción que se llevaron al enterarse de que no quedaban plazas para visitar la cueva. «Volveremos seguro, nos está encantando todo lo que la rodea», apuntaron.
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