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Los Bomberos del Servicio de Emergencias del Principado de Asturias (SEPA) dan por extinguido el incendio que se originó a primera hora de la tarde de este martes en las inmediaciones de la localidad riosellana de Alea y que llegó a amenazar con propagarse a la sierra de Sueve debido al fuerte viento. Un bombero y una empresa forestal permanecen en la zona realizando tareas de vigilancia.
Las llamas acecharon ayer a la sierra del Sueve. Éstas se originaban en torno a las tres y media de la tarde en las proximidades de Alea, en una zona ubicada en la frontera entre los concejos de Ribadesella y Parres, propagándose rápidamente en dirección a la localidad parraguesa de Montealea y arrasando a su paso terrenos de pino y eucalipto. El incendio obligó a movilizar en un primer momento a dos helicópteros de extinción de incendios, así como a bomberos de La Morgal y de los parques de Llanes, Cangas de Onís y Villaviciosa, junto al jefe de zona. A ellos se sumaron dos cuadrillas de empresas forestales.
Según explicó a EL COMERCIO uno de los efectivos llegados en aeronave desde La Morgal, fueron las fuertes rachas de viento las que más complicaron desde un inicio las tareas de extinción, así como el denso humo. «La humareda dificulta mucho el trabajo de los helicópteros, pues no tienen buena visibilidad para acceder al punto donde deben echar el agua», indicó José Fernández. De hecho, la intensa humareda se propagó pronto debido a la acción del viento, afectando a los concejos limítrofes y llegando a apreciarse incluso en localidades como Infiesto y Villamayor, en Piloña.
El alcalde de Parres, el socialista Emilio García Longo, quien permaneció desde el primer momento pendiente de la evolución de las llamas, indicaba ayer por la tarde que el fuego no amenazó ninguna población. No obstante, tanto en Montealea como en Alea los nervios de los vecinos eran palpables. «Las llamas no se acercaron mucho, pero tenemos miedo de que cambie el aire porque tenemos un pico de monte que sí que se aproxima bastante al pueblo», manifestaba Cristina Corteguera, propietaria del bar de Alea. Y añadía que si bien en la zona que ardió solo hay «alguna cabaña y alguna cuadra vieja», si las llamas se propagasen hacia la zona del Fitu y Caravia, «sería más serio, pues la gente tiene animales por ahí».
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