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La última promoción de escolanos, a su entrada a la Basílica de Covadonga durante la novena del pasado año, acompañados por su director musical, Jorge de la Vega. g. p.

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La última promoción de escolanos, a su entrada a la Basílica de Covadonga durante la novena del pasado año, acompañados por su director musical, Jorge de la Vega. g. p.

El «doloroso» final de la Escolanía de Covadonga

«No tenemos otra salida», afirma el abad, Adolfo Mariño, quien sostiene que es una decisión «sopesada» y «muy dolorosa»

Gloria Pomarada

Cangas de Onís

Jueves, 6 de julio 2023, 01:15

El Real Sitio de Covadonga queda sumido en el silencio tras perder a las emblemáticas voces blancas que lo han acompañado a lo largo de los últimos 78 años. Si bien los intentos del Cabildo por hallar alumnos hacían presagiar las dificultades que atravesaba, tal y como avanzó EL COMERCIO, y su posible desenlace, el anuncio de que la Escolanía echa el cierre lo confirmaba ayer «con gran pesar» el abad, Adolfo Mariño, quien subrayó que el único motivo es la falta de niños. El que acaba de terminar será el último curso y a lo largo del verano cesará oficialmente la actividad.

Este último año fueron siete los escolanos, una cifra lejos de los más de sesenta niños que llegó a albergar en sus mejores tiempos. La crisis demográfica también se ceba así con las reconocidas voces blancas del santuario, donde el cierre ha sido «una decisión sopesada y pensada». También «muy dolorosa», pues los niños llenaban de vida Covadonga. «No cerramos nosotros, son las circunstancias. No tenemos otra salida. El tema es que hay pocos niños», explicó el abad. Se da además la circunstancia de que, de esos siete niños de edades comprendidas entre los 10 y los 17 años, «uno es mayor» y en otros «están cambiando las voces».

Escolanos a mediados de los años sesenta delante del Mesón de Peregrinos, su antigua sede. e. c.

Desde el Cabildo ya se han puesto en contacto con las familias para trasladar la situación y a lo largo de las próximas semanas están previstas reuniones para formalizar la desaparición de la Escolanía. Los siete niños se encontraban disfrutando de las vacaciones de verano en sus hogares y las familias procederán ahora a su matriculación en los centros educativos que elijan, bien en los de Cangas de Onís donde ya estudiaban o en los más cercanos a sus residencias.

En un comunicado emitido la pasada tarde, el Cabildo recordó los pasos dados en los últimos años para evitar este final. Su aspiración era alcanzar una cifra de entre treinta y cuarenta alumnos para asegurar la continuidad. «Han sido muy numerosos los intentos y las iniciativas que se han llevado a cabo en los últimos tiempos para dar a conocer la Escolanía y la preciosa actividad de culto a la Virgen que se llevaba a cabo en el santuario, así como la completa educación musical que los escolanos recibían a lo largo del año», explicaron. Para ello, continuaron, «se han recorrido colegios, parroquias, se han ofrecido conciertos dentro y fuera de Asturias, convivencias externas, publicidad en redes sociales, vídeos; todo ello con el objetivo de dar a conocer la actividad de la Escolanía y atraer a niños y familias a este proyecto, siempre tan querido y en favor del cual no se han escatimado nunca, ni medios materiales ni esfuerzos personales, conscientes del gran valor que aportaba al santuario, a los peregrinos y a la cultura asturiana». Pese a todo ello, «los esfuerzos no han dado sus frutos», lamentaron.

Jorge de la Vega junto a un alumno este mes de mayo. g. p.

Continua evolución

Desde su creación en 1945 la Escolanía ha vivido una evolución paralela a los tiempos. Gestada por el obispo Benjamín Arriba y Castro -si bien su fundación suele atribuirse al primer arzobispo de Oviedo, Francisco Javier Lauzurica y Torralba- fue en sus orígenes un seminario menor. Más adelante se transformó en escuela hogar y en esta última etapa los niños seguían internos, pero a diario acudían a clase bien al colegio Reconquista o al IES Rey Pelayo, en Cangas de Onís. Para el abad, una de las reticencias mostradas por las familias que llegaron a interesarse fue precisamente la de dejar a sus hijos internos.

También entienden en el Cabildo que jugaron en su contra ciertos prejuicios, como las etiquetas de reformatorio o seminario que habitualmente se le han impuesto y que nada tienen que ver con la realidad de la Escolanía, una «escuela de vida».

Pese a los cambios experimentados, dos señas de identidad han permanecido inalterables desde sus orígenes: el «orgullo» de contar con un coro propio de voces blancas y la apuesta por la formación musical de los niños.

«Pasado glorioso»

Los escolanos se especializaban en violín, piano o violonchelo y aprendían además desde solfeo a técnicas de canto. De sus filas han salido notables músicos y entre el listado de antiguos alumnos figuran tenores como Jorge Rodríguez Norton y Adrián Begega, compositores como Guillermo Martínez y Juan Manuel Morán, directores de coro como Marco Antonio García de Paz y Sergio Vázquez o pianistas como Francisco Damián Hernández, así como numerosos docentes en conservatorios.

«La Escolanía tuvo un pasado muy glorioso», destacó el abad.

fue el año de creación de la Escolanía, impulsada por el obispo Benjamín Arriba y Castro, si bien su fundación suele atribuirse al primer arzobispo de Oviedo, Francisco Javier Lauzurica y Torralba.

A la espera de decidir el futuro de las carmelitas y el acompañamiento musical de la novena

Con el cierre de la Escolanía anunciado ayer se cierra una etapa de 78 años de historia, pero también se abren asuntos por resolver en Covadonga. Uno de ellos es el futuro de las Carmelitas Mensajeras del Espíritu Santo, hermanas que llegaron al santuario en 2009 con el cometido específico de cuidar a los niños. Ellas eran quienes se encargaban de las comidas y quienes permanecían internas con los niños.

El abad, Adolfo Mariño, explicó ayer que la intención pasa por «hablar con el Arzobispado y ver qué hacer», si «pueden ser reubicadas». «No lo sabemos todavía, hay que tratarlo con serenidad», indicó. Además de las monjas, de los niños se ocupaban Jorge de la Vega, director musical que también fue escolano, y Fernando Álvarez, organista del santuario. Como director de la Escolanía ejercía el también canónigo David Cueto. «Tenemos catorce personas al servicio de siete niños», recordó el abad.

Otra de las cuestiones por resolver es el acompañamiento musical de la novena, que como cada año comenzará a finales de agosto. En esa celebración juegan un papel destacado las voces blancas de los escolanos, que cantan las misas. El abad indicó que está previsto abordar las opciones a lo largo de la próxima semana, como la de cubrir el novenario con antiguos alumnos.

De hecho, ante el «progresivo declive que ha ido sufriendo este coro de voces blancas, reducido actualmente a siete niños internos», ya se venían apoyando en «cuatro externos y antiguos escolanos en señaladas celebraciones litúrgicas».

Más allá de la novena, los escolanos ponían voz a misas de los sábados y los domingos, las celebraciones de la Semana Santa y las fiestas más importantes del año, como la Navidad.

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