G. P.
CARREÑA.
Miércoles, 23 de diciembre 2020, 02:36
Hasta hace veinte años, llegar a la aldea cabraliega de Bulnes, en pleno corazón de los Picos de Europa, pasaba inevitablemente por una caminata a través de la canal del Texu. La opción de dotar al pueblo de acceso rodado a través de la ... construcción de una carretera fue propuesta por los habitantes, pero finalmente, a finales de los noventa, un funicular fue el medio ideado para dotar al pueblo de un transporte adecuado. Acabó costando 1.310 millones de pesetas (7,87 millones de euros) y no estuvo exento de polémica entre políticos, administraciones y vecinos. Las desconfianzas iniciales se evidenciaron hace justo dos décadas, cuando un 22 de diciembre del 2000 se llevaba a cabo la primera prueba oficial del remonte. En ella participaron vecinos -que tuvieron que firmar un documento eximiendo de responsabilidad al Principado y a la constructora- y dirigentes como Javier del Olmo, entonces director general de Transportes que subió al pueblo con una bolsa de turrón. Allí le recibieron con burros y caballos, forma de expresar la urgencia de un acceso digno.
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El funicular se abrió al público en septiembre de 2001 y en él comenzaron a llegar los turistas a una aldea donde hoy apenas resisten una treintena de empadronados, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
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