David Cueto asume su cargo como abad de Covadonga con «profundo respeto»

Fue una ceremonia con un toque íntimo, pero solemne y concelebrada por otros ocho sacerdotes, en la que el cabeza de la Iglesia asturiana volvió a hacer un cariñoso elogio de las virtudes tanto de Mariño como de Cueto. Al primero le agradeció los siete años de «intenso trabajo» al frente del Santuario, a la vez que le animó a seguir en la misma línea en su nueva responsabilidad como número dos de la Iglesia de Asturias.

Por su parte, David Cueto (Granada, 1979) fue ordenado sacerdote en 2017 (el mismo año en que Mariño fue nombrado abad) y que antes de llegar, hace tres años, al cabildo de Covadonga había pasado por la exigente experiencia de ser diácono en las parroquias de las Peñamelleras durante su primer año y por otros tres como único párroco de los concejos de Ibias y Degaña y de las parroquias del sur del municipio de Cangas del Narcea. Hace ahora tres años fue nombrado canónigo de Covadonga y desde entonces ha mantenido una «colaboración muy intensa y productiva con Adolfo Mariño», según comentó al término de la misa el propio arzobispo, mientras él y Cueto saludaban a los asistentes a la misa, con especial cariño a la madre de Cueto, María José Rodríguez, enfermera jubilada, una mujer de extrema dulzura, y viuda del que fuera consejero de Sanidad del Gobierno de Sergio Marqués, Antonio Cueto.

El nuevo abad comentó a este periódico que llega al cargo «con un profundo respeto, aunque como canónigo ya he formado parte de las decisiones que se han tomado hasta ahora», y mostró su intención de dar continuidad a la labor de Mariño. Sobre la posibilidad de recuperar la Escolanía, aclaró, en la misma línea en la que ya se pronunció el arzobispo, que «desearíamos reactivarla, y llegamos a tener a doce niños interesados, pero el hecho de que sea en régimen de internado es algo que ahora a las familias no les atrae. En todo caso, Covadonga tiene que tener música, y en ello trabajamos». Precisamente, el próximo 22 de septiembre se estrenará la primera primera marcha procesional dedicada a su advocación, que se suma al himno de Covadonga: «estamos muy contentos y orgullosos de poder ofrecerle esta marcha a la Virgen, con todo el cariño», apuntó el nuevo abad.

A Cueto le distingue la humildad, la cercanía y la bonhomía, algo que se percibe en la forma en la que algunos de sus antiguos feligreses de Ibias y Degaña se dirigieron a él y en cómo el nuevo abad ha acogido siempre a los peregrinos y visitantes del Santuario. Sanz Montes indicó en su homilía que cuando se entrevistó con él para ofrecerle ser abad, «no dijo 'menos mal' ni 'se han dado cuenta de lo que valgo', ni me propuso un paquete de medidas rupturistas, sino que con los ojos vidriosos me expresó que 'esto me desborda, tengo un respeto rayano en el temor', y yo le dije, espero que por inspiración divina, que 'en la Iglesia la vocación y la llamada la hace solo Dios, y sólo podemos recibirlas con obediencia y amor. La vocación se acoge, porque nos fiamos del otro, sobre todo cuando es Dios. El oficio –en este caso el de abad– se aprende».