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Jesús Berrocal y Juan Bruque, ante el cuartel de Ribadesella. G. P.
Jesús y Juan, los 'ángeles' de la A-8

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Guardia Civil. Dos agentes de Tráfico de Ribadesella lograron reanimar a Txaro Ruano, que había entrado en parada cardiorrespiratoria en la autovía

GLORIA POMARADA

Viernes, 3 de febrero 2023, 01:31

Txaro Ruano, vecina de Baracaldo de 63 años, viajaba por la autovía del Cantábrico junto su familia dispuesta a pasar un fin de semana de desconexión en Asturias cuando, a la altura de la salida de Lastres, entró en parada cardiorrespiratoria. «No sabemos qué pasó, empezó a hacer un ruido como un ronquido fuerte y respiraba muy despacito», explica su hija, Alazne García, quien iba en el coche con su madre y su tía en el momento de los hechos. «Mi tía paró donde pudo y yo llamé al 112», relata. Eran hacia las 13 horas del viernes 20 de enero y la parada la hicieron en el punto kilométrico 345, dentro del término municipal de Colunga. En un lugar desconocido, en plena autovía e inmersas en una situación extrema, lo que pudo haber sido una pesadilla se saldó con un final feliz gracias a la rápida intervención de dos auténticos ángeles de la guarda. Juan Bruque y Jesús Berrocal fueron los agentes del destacamento de la Guardia Civil de Tráfico de Ribadesella que recibieron el aviso de la Central Operativa de Tráfico de Asturias para personarse en el lugar de los hechos. «Llegaron enseguida y ni se lo pensaron. Nos ayudaron a sacarla del coche y se pusieron a reanimarla», rememora agradecida Alazne García, para quien no cabe margen de duda: «Gracias a ellos mi madre está viva».

Dispositivo.La Guardia Civil y la ambulancia durante la intervención, el 20 de enero. g. c.

Los agentes Bruque y Berrocal, con 36 y 5 años de experiencia en Tráfico respectivamente, no esperaban ni en el peor de los escenarios lo que aquel servicio les iba a deparar. «Nos habían dicho que había una persona desvanecida. Íbamos a dar seguridad al coche y ocurrió que era una atención más extraordinaria», comparte Bruque. Cuando llegaron junto al coche se encontraron con la afectada en «evidente pérdida de consciencia, ausencia de respiración y ausencia total de pulso».

Eran los síntomas claros de un paro cardiorrespiratorio que «no podía esperar». Comenzaron así a realizarle la reanimación cardiopulmonar (RCP), una maniobra de emergencia que habían practicado en formaciones, pero nunca ante un caso real. Por turnos para resistir el esfuerzo y rescatando de la memoria las nociones aprendidas en los cursos que periódicamente realiza la Guardia Civil, como aplicar la maniobra siguiendo el ritmo de 'La Macarena', consiguieron tras diez minutos «notarle el pulso más o menos».

«Estuvo un minuto o dos que respiraba muy débilmente y cuando vimos que se volvía a quedar sin respirar y sin pulso, volvimos», cuenta Berrocal. Comenzaron así otros diez minutos más de reanimación, siempre con «la médico del 112» al otro lado del teléfono. «Fueron minutos, pero parecieron horas», confiesan los agentes.

«Eternamente agradecida»

Cuando la ambulancia llegó al lugar de los hechos, los propios sanitarios se lo confirmaron: habían logrado mantener a Txaro con vida. «Se hicieron las cosas bien y salió adelante», dicen los agentes. A su modestia le pone la dosis de realidad la hija de la afectada: «Lo hicieron genial y reaccionaron súper rápido. Estaremos eternamente agradecidas». Destaca además cómo los guardias trataron de calmarlas tanto a ella como a su tía y cómo durante los días posteriores desde el destacamento de Tráfico de Ribadesella siguieron en contacto con la familia para conocer la evolución de Txaro.

Tras ser estabilizada en la UVI móvil, fue trasladada al HUCA, en Oviedo, donde permaneció ingresada hasta el pasado martes. «Mi madre ya está en casa y bien, en reposo», explica Alazne García, quien subraya que no ha sufrido secuelas. Traslada además el agradecimiento de la familia a los sanitarios que la atendieron y al personal del HUCA, «todos súper amables».

A los agentes han enviado por su parte una carta y un audio dándoles de nuevo las gracias. «Es la mayor satisfacción», confiesan Bruque y Berrocal, dos guardias civiles «incansables» en su trabajo. «La autovía es un lugar inhóspito. No hay edificaciones, los coches pasan a toda velocidad y el ruido estresa», explican. Su «misión», afirman, «es estar ahí», bien sea en accidentes, asistiendo a conductores en averías o salvando una vida.

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