Adiós a Antonio Batalla, histórico marinero llanisco

Tenía 99 años y una mirada de un profundo azul por la que aún desfilaban con nitidez las vivencias de todo un siglo en la mar. Ayer, Llanes perdió a uno de esos últimos protagonistas anónimos de la historia del siglo XX, pero también a uno de sus vecinos más queridos. Antonio Batalla, 'Machi', falleció la pasada mañana, en la misma villa que le vio nacer en 1919 y apenas cinco meses después de que una plaza del barrio de Bustillo fuera bautizada con su nombre, una muestra de la veneración y afecto que le profesaban los llaniscos. «No pensé que me quería tanta gente», les confesó el veterano marinero a los integrantes de la asociación vecinal de Bustillo tras la inauguración de la placa del callejero este verano. «Es que tú eres muy buena persona», recordaba ayer el presidente, Pedro Morán, sobre la respuesta que le dio a un emocionado Batalla.

Nacido y criado en el propio barrio de Bustillo, 'Machi' procedía de una familia de pescadores que llegó a Llanes desde de Tazones, atraída por la captura de langostas. Fue el segundo de veintidós hermanos y un precoz hombre de mar, a la que se hizo con solo doce años. En la década de los treinta comenzó a trabajar como aprendiz en los grandes barcos que partían del puerto llanisco y también en esa época despertó su inquietud política, que le llevaría a afiliarse a las Juventudes Socialistas. Con apenas 17 años la Guerra Civil se cruzó en su camino y él mismo sostenía hace un año que era el último superviviente de la batalla de El Mazucu. Una herida de metralla que le atravesó el cuello «de lado a lado» era la marca visible de una contienda que tenía grabada a fuego en la memoria: desde el bombardeo de la legión Cóndor a la presencia del destructor 'Canarias' frente al paseo de San Pedro.

Tras la guerra fue condenado a trabajos forzados en las cárceles de El Coto, en Gijón, y también en las de Bilbao, Navarra y Madrid. Una vez cumplida la pena, regresó a Llanes para continuar en el oficio familiar a través de su primera embarcación en propiedad, que llegaría de la mano de su amigo 'Tisto'. Con él compró 'La Sisina' y también su siguiente barco, 'La Guía', armado en un astillero en la provincia de Lugo. En los años ochenta se jubiló a bordo de 'La Guapa', ya en solitario y como toda una leyenda del Cantábrico.

El retiro, no obstante, no consiguió alejarle del oficio. Por el puerto llanisco era habitual su presencia, un camino que emprendía a diario para comprar pescado en la rula. Si el tiempo acompañaba proseguía la ruta hacia la tienda de electrodomésticos de sus hijos, en la avenida de Méjico, y completaba la jornada con paseos por el barrio. Hace una semana, sus vecinos notaban una ausencia de salidas que les hacía presagiar el fatal desenlace. «Nunca le vimos enfadado, era un hombre cariñoso y cercano al que todo el mundo quería», rememoraba ayer el presidente de la asociación de vecinos. De ellos partió precisamente la iniciativa de dar el nombre de 'Machi' a una plaza de Bustillo y este mismo noviembre se cumplía un año de la aprobación de la propuesta en el Pleno del Ayuntamiento de Llanes, en el cual la figura del veterano marinero logró la difícil tarea de poner a todas las fuerzas políticas de acuerdo.

Antonio Batalla había perdido a su esposa, Gloria García Ruenes, años atrás y deja cuatro hijos -Antonio, Manuel, Gloria e Isidro-, cuatro nietos -Sergio, Constan, Ana y Antonio- y una bisnieta, Paula. Su despedida tendrá lugar hoy a las cinco en la basílica de Llanes y tras el funeral recibirá sepultura en el Camplengu.