LAURA CASTRO
Miércoles, 21 de junio 2017, 00:06
«La situación es cada vez peor porque el río está más bajo». Los pescadores habituales del río Cares-Deva siguen advirtiendo de las consecuencias del vertido de más 30.000 litros de gasoil y gasolina que tuvo lugar el pasado 22 de mayo tras el accidente de un camión en Niserias en el que falleció su conductor. «Si no llueve, seguirá empeorando. El agua del pozo se mezcla con la corriente del río, arrastra las piedras y remueve el gasoil que está en el fondo». Así lo explica Onofre Bárcena, presidente de la Sociedad de Pescadores del Cares-Deva. Una teoría que corroboran fuentes acreditadas de la consejería que aseguran que para solucionar el problema sería necesaria una riada.
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Bárcena asegura que en el Principado no son conscientes de la magnitud del problema. «El daño real se verá en cuatro años, cuando descubramos que los alevines de salmón de este año, no vuelven al río en su madurez», señala Onofre. Recuerda lo que sucedió cuando se rompió el canal que iba de Poncebos a Arenas en septiembre de 2012. Bárcena asegura que no se ha recuperado ningún salmón de la repoblación de entonces. «La situación se repetirá ahora con el vertido», sentencia.
En su opinión, la consejería «retiró las barreras de contención demasiado rápido» y deberían volver a colocarlas para recoger el gasoil que está saliendo del fondo del río. «Cuando desapareció lo más grave y visible, pensaron que ya habían acabado con la limpieza, pero queda mucho gasoil en las piedras», explica Bárcena. Los pescadores aseguran que esperar a que llueva, como apuntan desde la consejería, no es una opción viable. «Tendría que estar lloviendo durante dos días seguidos y con mucha intensidad», puntualiza Bárcena, quien no tiene mucha fe en las riadas porque «el invierno y la primavera ya fueron bastante secos» en la región.
«Es una pena matarlos»
La sociedad que agrupa a los pescadores habituales del río insta al resto de aficionados a abstenerse de matar a los peces. «Nada más abrirlos, hueles el gasoil. Si no se pueden comer, es una pena matarlos», apunta Bárcena. Aunque estos últimos días el río empezó a perder el tono más oscuro ocasionado por las algas, todavía se aprecia el gasoil. Incluso, las piedras más impregnadas con el vertido se han vuelto más blanquecinas por la exposición al sol.
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