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Guillermo Fernández Buergo
Lunes, 13 de junio 2016, 20:22
En una mañana calurosa, con tímidos rayos de sol y en ocasiones amenaza de lluvia, la ciudad de Cangas de Onís celebró este lunes con gran esplendor su día grande en honor a San Antonio. Un año más, los cangueses volvieron a demostrar que sienten devoción y un fervor inquebrantable hacia el santo de sus desvelos. La monumental iglesia parroquial se encontraba abarrotada por los devotos a la hora de la eucaristía y en la procesión, que parecía interminable, salieron seis ramos, más de 600 niñas y mozas ataviadas de llanisca y las trabajadas andas de San Antonio en cuyo traslado se iban turnando trece costaleros. De vuelta a la ermita, tuvo lugar la subasta de las ofrendas y el pan de los ramos, la quema del Xigante y un festival folclórico. A primeras horas de la tarde, los vecinos habían convertido en pintoresco restaurante la finca del Robledal.
Con pocas horas para el descanso, tras haber participado en la jornada de víspera en la quema de la hoguera y su posterior verbena, los vecinos acudieron con puntualidad al traslado de la imagen de San Antonio desde su recoleta capilla hasta la iglesia parroquial. Allí, oficiada por los sacerdotes José Manuel Fueyo y Luis Suárez, se celebró la solemne eucaristía con el acompañamiento vocal del Coro Peña Santa, dirigido por Jesús Gómez Pellico, que interpretó la misa pontifical de Lorenzo Perosi.
Al término de la función religiosa una multitud de lugareños, turistas y curiosos llenaban las aceras de los lugares de paso de la procesión. Abría el cortejo, enarbolando una valiosa cruz de plata, el dinámico Jaime Fernández Gusano a quien acompañaban en el traslado de los ciriales José Carlos Díaz y Antonio Llosa. Tras ellos aparecían multitud de padres trasladando en sus carricoches a los alevines de San Antonio, los niños nacidos en el año.
Seguían seis monumentales ramos de pan artesanal. Dos de ellos respondían a ofrendas de los vecinos de la calle San Pelayo y los otros cuatro salían a la calle merced a las promesas realizadas por Patricia Castro, Andrea García, Carmen Ania y Maruja Díaz. Entre las pirámides de pan marchaba Celso Fernández, el de la Sifonería, con su nieta Nora Rodríguez a hombros.
Flanqueando los ramos, en interminables filas, caminaban más de 600 niñas y mujeres ataviadas de aldeana llanisca y batiendo sus panderetas al contrapunto de tres tambores en manos de Fifi Fernández, Isabel Blanco y Carlota Martínez, estratégicamente situadas para llegar a todos los oídos. Las mozas llevaban un ramo de siemprevivas prendido en la solapa y las panderetas adornadas con cintas verdes y amarillas, los colores de Cangas de Onís.
Después de las aldeanas aparecían la reina de las fiestas, Gloria González, y sus damas de honor, Paz Herrero y Marta Cofiño. Las tres fueron muy aplaudidas y recibieron mensajes de simpatía.
A continuación se presentaba la banda de gaitas Ciudad de Cangas de Onís, de la que formaban parte nueva gaiteros y seis percusionistas. Ellos abrían el paso a las andas de San Antonio en las que oficiaban como voluntarios costaleros trece mozos: Quique Valdés, Castor Carracedo, José Fonseca, Fernando Herrero, Luis Huerta, Joaquín Labra, José Manuel Fierros Mori, Cuco Mori, Omar Sánchez Tomás, Ignacio Cadenaba y tres miembros del clan familiar de los Nachón: José Ángel, Enrique y José Carlos.
Cerraban el cortejo los dos sacerdotes; el alcalde de Cangas de Onís, José Manuel González; la diputada regional Marifé Gómez y un elevado número de devotos.
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