Secciones
Servicios
Destacamos
Sheila Vaca
Jueves, 15 de octubre 2015, 00:16
Las agujas del reloj marcaban las doce del mediodía y la coqueta capilla de Sardea, en las faldas del Sueve, en Piloña, comenzaba a estar llena de fieles no solo del propio pueblo sino también de los de alrededor. Y es que, todos querían tener sitio para la misa que media hora más tarde oficiaría el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, con un motivo muy especial, entregar dos reliquias de su patrón San Justo y también de San Pastor. Dos pequeños huesecitos traídos desde la iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca a petición del párroco Luis Marino Fernández y que suponen «una alegría enorme» para los vecinos de esta localidad piloñesa que lo festejaron lanzando voladores al comienzo y al final de la celebración religiosa.
«Pensaba que al ser un día laborable y siendo la hora que es no iba a haber nadie y, sin embargo, estamos todos», destacaba Sanz Montes al ver que la ermita se quedó pequeña y muchos siguieron la eucaristía desde fuera. Recordó la historia de estos mártires de Alcalá de Henares que a principios del siglo IV, con tan solo 7 y 8 años, se negaron a renunciar al cristianismo y eligieron la fe. Por ello fueron ejecutados y en ese mismo lugar, años después, se levantó una capilla para albergar sus restos que fueron trasladados a Huesca y a Burdeos (Francia) tras la invasión musulmana. Ahora Sardea recupera un trocito de su historia con la llegada de estas reliquias. «No son un talismán para que nos dé suerte, sino un recordatorio del gesto que hicieron esos dos niños, que entregaron su vida para la veneración y para protegernos y poder vivir una vida cristiana mejor que la que vivieron ellos», resaltó el arzobispo.
De hecho, hizo una comparación con la actualidad, haciendo alusión a una muchacha Siria de 17 años cristiana a la que invitó a Asturias, que le explicó que allí «celebrar una misa supone jugarte la vida porque a la salida pueden matarte o puede haber una bomba en la capilla», indicó apenado. Por ello instó a todos los presentes a vivir y a disfrutar de la religión y a «imitar la constancia en la fe de San Justo y San Pastor».
Colocadas en una teca comprada por los propios vecinos las reliquias lucen ya en Sardea debidamente identificadas y con el sello arzobispal en lacre rojo como lo hacen desde mayo del año pasado otros dos pequeños trozos de hueso de los mismos santos en la iglesia de La Riera de Covadonga, en Cangas de Onís. «Normalmente solo tenemos dos misas al año, en mayo y en agosto, pero ahora hemos añadido una tercera que se hará cada 14 de octubre», decía entusiasmada Calina Marina. «Todo lo que hay aquí se ha conseguido gracias a los vecinos que mantienen la capilla muy cuidada todo el año», sumaba Almudena González Toraño.
No quisieron perderse la celebración Rosalvina, Luisa y Celestina Marina, tres hermanas que destacaron la importancia de la jornada para el pueblo. Los hubo que llegaron desde Gijón como Pilar Blanco, José María Fernández y Amelia Cueto. «Pese a que vivimos allí, aquí están nuestras raíces y siempre venimos a los festejos», apuntaban.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Nuestra selección
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.