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PELAYO ARIAS
Lunes, 17 de agosto 2015, 00:38
Una multitud de personas se congregaba ayer en torno a la iglesia parroquial de Santa María de Colombres para comprobar de primera mano el estado final de los trabajos de restauración y embellecimiento del templo, donde se recuperó el Pantocrátor, obra del artista rumano Ioan Patriciu Gotia, que dedicó un mes y medio de trabajo. El resultado, «precioso», en palabras de Amador Galán, párroco de Colombres. «La obra te envuelve espiritualmente, trasciende», comentaba en alusión al resultado de los trabajos iniciados en 2008. Esta pintura pone punto y final a unas labores de mejora que incluyen un cambio de la techumbre, la recuperación del suelo con piedra de caliza original, y la rehabilitación del retablo y la bóveda.
Del estado inicial del edificio da buena cuenta el Arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes. Hace 5 años entraba en la región a través de esta parroquia, en un día de intensas lluvias. «Aquel día todo estaba lleno de plásticos, no sabía qué tipo de iglesia podía esperarme», recordaba, aún sorprendido por los esfuerzos que se han llevado a cabo y el espectacular resultado final, en lo que para él supone una «renovación continua de la comunidad cristiana en la puerta de entrada al Oriente asturiano».
El Pantocrátor luce en la cúpula del edificio. Preside Cristo, con una mano que bendice y otra que tiende a los evangelios, en una representación tradicional del arte románico y bizantino, que los estudiosos conocen como la Epifanía del Dios legislador. En esta ocasión ha sido ilustrado junto a los santos que dieron historia al concejo de Ribadedeva: San Lorenzo, San Roque, San Andrés y San Juan Bautista. También aparece San Melchor, primer santo asturiano, la Virgen, y cuatro ángeles. La intención del artista era «representar la fe para los hombres de hoy», y Amador Galán cree que lo ha conseguido. «La respuesta en redes sociales ha sido muy positiva, y algunos vecinos han venido a contemplar la obra finalizada y no han podido contener las lágrimas», detallaba. Ioan Patriciu ha firmado obras de relevancia en Austria e Italia, y en Roma fue discípulo del esloveno Marko Rupnik, experto del color. Su influencia se ve reflejada en las tonalidades que consigue en su obra de la capital de Ribadedeva, donde ha conseguido plasmar con maestría la luz propia de la corte celestial.
A la misa inaugural acudieron también el alcalde del municipio, Jesús Bordás, y el director general de Patrimonio del Principado, Adolfo Rodríguez Asensio. Se recordó a Floro Noriega, cuyo sueño «para esta iglesia era ver su cúpula decorada con esta pintura», recordó monseñor Sanz Montes. También hubo tiempo para agradecerle su labor a todas las personas que participaron de alguna manera en la rehabilitación del templo, con especial atención a Pablo Klett, que se encargó de la recuperación del retablo. La jornada finalizó con una espicha organizada por los vecinos de la propia parroquia, que colaboraron con comida y sidra para celebrar el fin de las labores.
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