Sheila Vaca
Jueves, 16 de julio 2015, 00:15
Sin prisa pero sin pausa. Así ha transcurrido la primera fase de mejoras en la carretera de los Lagos de Covadonga para reparar hundimientos y crear muros de contención en dos de los seis puntos kilométricos contemplados en el proyecto. Acabada la mañana de ayer, los operarios colgaban el casco tras haber finalizado «con éxito» esa primera actuación en los puntos 1,150 y el 3,300 en tiempo y fecha. Y es que, el director general de Infraestructuras, Juan Fernández Pereiro, había comunicado que estos trabajos se pararían el día 15 de julio (ayer) para evitar, en la medida de lo posible, cualquier tipo de molestia a los visitantes que se acerquen al enclave natural en una de las épocas de más afluencia turística como es la segunda quincena de este mes y durante agosto, tal y como ocurrió el verano pasado.
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Hace justo un mes se ponían en marcha estas obras y durante el desarrollo de las mismas no se ha producido ningún inconveniente destacable ni tampoco se han formado grandes atascos que perturbasen el tráfico, que estuvo regulado en ocasiones por semáforos alternativos y también por los propios operarios de forma manual. «La espera máxima alguna vez ha sido de unos 15 minutos porque había que mover maquinaria y demás, pero la verdad es que ningún conductor se quejó y fue todo con normalidad», indicaban fuentes de la obra. Hasta la zona se acercaron ayer los responsables de los trabajos para valorar la ejecución de esta primera fase.
Ha sido la empresa Asfín Cantabria S.L. la encargada de estas labores de acondicionamiento de la CO-4 y el objetivo final es que varios tramos del trazado sean más seguros para la circulación de vehículos, tanto de particulares como los autobuses especiales del Plan Especial de Transporte a los Lagos. Está previsto que tras el Día de Asturias, se retomen de nuevo los trabajos el 9 de septiembre para actuar esta vez en los cuatro puntos kilométricos restantes: 0,670, 1,800, 2,200 y 2,600.
Los primeros pasos se dieron en el kilómetro 1,150 que presentaba un deslizamiento local del relleno de la carretera. Aquí se construyó un muro de escollera de 17 metros de longitud y 4 de altura y se proyectó una zapata de hormigón apoyada sobre carriles metálicos. Para completarlo, se colocó una capa de zahorra en todo el ancho del carril izquierdo y se fresó una zanja en el borde opuesto.
En el 3,300, el más alto de los seis, también estaba marcado por los hundimientos. Se ideó una cuneta revestida y bajo ella se proyectó una zanja drenante de dos metros de profundidad, para que recoja el agua infiltrada, y que desaguará en la boquilla de entrada de una obra de drenaje situada bajo el desplazamiento.
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