Andrea Inguanzo
Martes, 2 de junio 2015, 00:18
Suben escalonadas, a buen ritmo, ellas marcan el paso, tienen un objetivo común: hasta que lleguen las primeras nieves descansarán, lo que las dejen, en el puerto de la montaña de Covadonga. Hasta allí subía ayer una parte de las reses de ganado menor que este año pastarán en las majadas repartidas en este espacio y que, casi en su totalidad, contribuirán enormemente a la elaboración de codiciado queso Gamonéu del puertu. En concreto, en el concejo de Cangas de Onís se han censado este año un total de 674 animales, 423 lanar y 251 cabrío, lo que supone una caída del 13,7% en 12 meses. En el de Onís habrá 1.090 cabezas de ganado menos, 657 ovejas y 433 cabras, solo unas pocas más que el pasado año.
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50 ovejas y 70 cabras subían hasta la vega de la Ercina de la mano de la familia Suero. José Antonio Suero Suero lleva haciendo este mismo camino «desde que tenía 5 años, y ya cumplí los 72». Y es que esta práctica tiene cada vez más de tradición y menos de profesión «porque no nos dejan seguir adelante en condiciones». Sube acompañando a su hijo, Vicente Suero, quien se apoya cada año en más familiares. En concreto, además de su mujer Diana Soto y su hija Leire, de ocho años y gran experta en esto de la reciella, este año no faltó a la cita la nueva reina de la familia, la pequeña Iratxe, de tan solo ocho meses de edad.
Para Leire la de ayer era «una clase de conocimiento del medio», explicaba su mamá. Ella, guillada en mano, no dudaba en controlar que todo el ascenso se fuese desarrollando a la perfección. Nombre solo les pone «a las preferidas», pero esa suele ser una tarea «que hace mamá». Para la madre, natural de Madrid, esta es una tradición que «cuesta» pero a la que no falla desde hace años. «Un día como el de hoy es mucho más bueno para subir, para nosotros y para los animales, que una jornada de sol intenso», explicaba. Y es que el orbayu y la niebla reinaron durante la jornada.
Para los Suero no es de extrañar que cada año «suban menos reses al puertu». «A mí ya me llegó a coger el lobo una oveja a la puerta de la cabaña a las cuatro y media de la tarde. Porque salí yo y se asustó pero ya no tienen límites de nada», explicó José Antonio, al que también el cánido le llegó a matar «19 animales en una sola noche». «Estar metido en la cama, dentro de la cabaña, y escucharles aullar, impresiona», reconoció. Cien ojos es necesario tener, según cuenta este ganadero, «pues si estás meciendo para hacer el queso no puedes estar controlando las cabras y, en un día de niebla como hoy, enseguida te coge una el lobo».
Para él el problema está «en las preferencias». «Parece que al ganadero lo apartan mientras los grupos ecologistas imponen su criterio», insistió. Pide que en las batidas «participen cazadores experimentados, acompañados de guardas, para que pueda haber resultados». Al igual que su padre, Vicente Suero es testigo año tras año como las cosas «no mejoran nada aquí arriba». «El problema está en que los que mandan, desde las consejerías y demás despachos, no tienen ni idea de cómo es la situación de estos pastos», denuncia.
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Se mostraba cansado «porque no nos dejan seguir adelante con esta actividad, lejos de que la continuidad esté difícil hoy en día porque no hay nadie que lo quiera llevar». Insiste este pastor en que «las subvenciones de las que dicen que nos aprovechamos cada vez son menores». «Si hay un terreno que quema, a los dos días está acotado y no se puede tocar y seguidamente te lo descuentan de la superficie. Esto es una vergüenza».
El futuro del Gamonéu
Con un importante retraso subía la familia Fernández, tras complicarse la salida con un mal parto de una vaca. 160 cabras y ovejas y 7 vacas les ayudan en la majada de Gumartini a elaborar su exitoso queso Gamonéu. Coincidía Covadonga Fernández en afirmar que cada año «subimos menos ganado». «Los pastores se acaban», lamentaba.
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Ella y su hermano Antonio, que está a punto de alcanzar las seis décadas subiendo al puertu, aseguraban que comenzarán mañana con la elaboración de su afamado Gamonéu, una variedad para la que «no hay futuro». «Actualmente somos cuatro con Denominación de Origen. Mis hijas, por ejemplo, elaboran del valle, pero al puertu le temen por la presencia del lobo», confirmó Covadonga. Y es que, además de los ataques, «no es solo los animales que mata sino que el resto se estresan y ya no producen igual».
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