GUILLERMO FERNÁNDEZ
Sábado, 31 de enero 2015, 00:46
Dos cazadores llaniscos, socios del coto de SOCOA, se vieron envueltos en la mañana del pasado jueves en un accidente de caza que finalmente quedó en un susto y heridas leves en el rostro en uno de los cazadores por el impacto de siete perdigones del calibre 10. Cazaban arceas en la zona de Mañanga y a las 9,30 horas el perro marcó la posición de una becada. Les separaban 40 metros y los dos habían encarado el arma cuando la volátil alzó el vuelo. Uno de los cazadores, M. J. G. G, apretó el gatillo y apeó la arcea pero siete perdigones impactaban en la cara a su compañero de partida, R. V. A. I..
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Los siete plomos alcanzaron zonas de la frente, el labio, el cuello y un dedo. Solo fluía un «insignificante reguero de sangre» por la frente y el cazador que recibió la perdigonada propuso seguir cazando. Su compañero decidió suspender la jornada cinegética y trasladar a su amigo al hospital de Arriondas donde le hicieron radiografías «sin extraerle los proyectiles».
A las tres de la tarde los dos cazadores comían juntos, celebraban que hubiera quedado en un susto lo que pudo haber sido un accidente más grave, «sobre todo si la perdigonada hubiera afectado a un ojo», y el herido valoraba someterse a una intervención para extraer los proyectiles en un futuro. Eso sí, ambos aseguraban que «los perdigones son metralla y se mueven por el cuerpo».
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