Alfonso Toyos levanta el cartel durante la puja en la que se hizo con el mejor queso Cabrales del año. La subasta fue seguida con interés por cientos de personas.

3.000 euros costó el mejor Cabrales

Al certamen quesero cabraliego llegaron 19 elaboradores, con 2.850 kilos de producto que vendían con fluidez a 20 euros el kilogramo

GUILLERMO F. BUERGO

Lunes, 1 de septiembre 2014, 00:54

En una mañana soleada y de calor africano, sin brisa ni nubes en el cielo, la villa de Arenas de Cabrales recibió ayer a miles de visitantes y turistas dispuestos a no perder detalle de los actos centrales del XLIV Certamen del Queso de Cabrales. Al recinto ferial llegaron 19 elaboradores, acompañados por 2.850 kilos de queso. Se vendió el 80% de la mercancía a un precio de 20 euros el kilo. No obstante, algunas piezas, con más de diez meses de curación, cotizaban a 30 euros. El jurado, formado por nueve miembros, entre los que debutaba el cangués Celso Fernández, proclamó como mejor queso de Cabrales 2014 a una pieza elaborada en la quesería Maín, de Sotres, regentada por el matrimonio formado por Javier Díaz Bada y Jessica López, que es la presidenta del Consejo Regulador de la DOP Queso de Cabrales. Quesería Maín también se llevó el premio al mejor lote. Y el comprador del queso ganador, una pieza de 2,3 kilos por la que se pagaron 3.000 euros, fue Alfonso Toyos Noriega, propietario de la quesería 'El Campu la Llera', un comercio ubicado en los puestos 40 y 41 del ovetense mercado de El Fontán.

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La organización recordó a Francisco Arenas, uno de los fundadores y presidente del Certamen en los años 1968 y 1969. La placa conmemorativa fue recogida por su esposa Ofelia y su hijo Vicente. Y se impuso la banda de honor a Angélica Herrero Sánchez, Pastora Mayor de los Picos de Europa, y a Carmen López Martínez, Xana del Naranjo de Bulnes.

De pronunciar el pregón de la presente edición se encargó el alpinista y montañero César Pérez de Tudela, quien definió a Cabrales como «el país más importante de la Tierra en atención a sus montañas» y describió el Cabrales como «el mejor queso azul que se fabrica en el mundo, capaz de igualar a la gente sencilla con los príncipes». La disertación de Pérez de Tudela se fundamentó en poner en valor el maridaje existente entre el queso de Cabrales y el Naranjo de Bulnes. Por esa línea, pasó un pormenorizado repaso a su primera presencia en los Picos de Europa, «que se remonta a 1960», y su primera ascensión al Urriellu, «que data de 1961».

Recordó los trágicos rescates en el Naranjo de las cordadas formadas por Berrio y Ortiz, en 1969, y por Lastra y Arrabal, en 1970. Matizó que esos tristes acontecimientos, por su repercusión mediática, «significaron el primer Plan de Desarrollo de Cabrales». Tras declarar que estaba «contento en Arenas, con las casas bien pintadas y rodeada de verdes montañas y grandes cimas», exclamó: «¡Cómo ha cambiado Cabrales desde entonces!». También sugirió que para el año próximo le encargaran el pregón a «Bernabé Aguirre, el hombre que más veces ascendió al Naranjo» y lamentó «no haber pronunciado yo el pregón cuando estaba en la cúspide de la fama, porque ahora estoy en la retaguardia». Finalizó su disertación con «un agradecimiento a los pastores, los productores y los comercializadores que llevan el queso de Cabrales por todo el mundo».

Mientras se iban sucediendo los actos protocolarios la venta de queso marchaba a buen ritmo. Algunos productores habían agotado la mercancía para la una de la tarde y en el resto de tenderetes las ventas marchaban con una cadencia acelerada. Las estimaciones finales eran que se había traspasado «el 80%» del Cabrales que llegó a Arenas a primeras horas de la mañana.

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Pedro Díaz Herrero acudió desde Tielve y a las dos de la tarde había colocado «50 piezas, unos 125 kilos». Y decía que los compradores buscaban «buena calidad porque los consumidores cada día están más enterados». Con 140 kilos había llegado, también desde Tielve, Ángel Díaz Herrero y se acompañó de «doce piezas especiales, con diez meses de curación en Peña Maín, a 1.600 metros. Las vendí a 30 euros y fueron las primeras en volar. La gente cada día entiende más y la prueba es que el paladar detecta lo bueno de forma inmediata». Eso sí, «prefieren llevar 500 gramos del queso muy bueno que un kilo del normal», sentenciaba Ángel Díaz.

Cada elaborador aportó un queso para la cata del jurado y la elección de la pieza se decidía mediante un sorteo efectuado por el Consejo Regulador. Entre los nueve jueces que tenían que valorar «corte, aroma, sabor y textura, además de ofrecer por escrito su opinión particular de cada pieza», se encontraba el cangués Celso Fernández, quien debutaba en una actividad que calificó como una «buena experiencia porque te relacionas con gente muy experta en catar quesos azules». Tan contento estaba que expresó su deseo de que «me vuelvan a llamar para la próxima edición».

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Ese jurado decidió que el mejor queso de Cabrales de 2014 se correspondía con una pieza de 2,3 kilos aportada por la quesería Maín, de Sotres. A recoger el galardón se acercó uno de sus propietarios, Javier Díaz Bada, quien aseguró que ayer había vendido «92 kilos de queso» y que se encontraba contento por dos facetas: «Buenas ventas y haber traído el queso ganador».

Todavía le quedaba a Javier la mejor vertiente del día, la subasta pública de la pieza ganadora, en la que participaron los propietarios o representantes de cinco negocios relacionados con el comercio y la hostelería. Las pujas comenzaron en 1.000 euros y llegaron hasta los 3.000, que fue la cifra de remate ofrecida por el colungués Alfonso Toyos Noriega, propietario, junto a sus hermanos Daniel y Maite, de un comercio instalado desde hace diez meses en los puestos 40 y 41 en la ovetense plaza de El Fontán, bajo el rótulo de quesería 'El Campu la Llera'.

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