Orgullo de periodista y de asturiano

José Luis Balbín sabía que la gente lo quería. Y la prueba es que, desde que se conoció su fallecimiento, decenas de mensajes de condolencia inundaron las redes y su web oficial, donde su viuda, Julia Mesonero, agradeció «las continuas muestras de cariño y respeto» recibidas por la familia del periodista.

Y sabía también lo que significaba para sus colegas. Fue en 2016 cuando Balbín se convertía en el primer miembro de honor del Colegio Profesional de Periodistas de Asturias. El último gran homenaje público de sus compañeros en el Principado. «Me siento como si a un cura le hicieran Papa. ¡Qué más puedo pedir!», decía exultante entre sus compañeros en aquel acto asturiano. Porque cualquiera que conociese bien a este praviano de pro sabía que había dos cosas de las que se siente «verdaderamente orgulloso»: «De mi profesión de periodista y de mi condición de asturiano». Así que, al ser galardonado en casa por sus colegas, aseguró que era imposible imaginar «mayor honor».

Recordaba aquel día Diego Carcedo, el encargado de glosar la figura del premiado, que José Luis Balbín Meana figuraba ya, por derecho propio, en la lista de personalidades «decisivas» que protagonizaron la Transición. Porque Balbín -defendió- se cuenta entre «quien más hizo y con más resultados para que los ciudadanos aceptasen las bondades de ese proceso que se estaba desarrollando en España», logrando que su inseparable pipa se convirtiese en un instrumento para dirigir «una tertulia aparentemente ingobernable», decía en referencia a 'La Clave'.

Precisamente a los tonos de las tertulias actuales se refería el propio Balbín en el epílogo de un libro que se publicó entonces con motivo del galardón: 'La prensa que leen los asturianos'. Un volumen que recuperaba la tesina con la que el alma mater de 'La Clave' certificó sus estudios en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid en 1963. Concluyó aquel día el maestro de periodistas analizando la situación del periodismo en la actualidad. «Confío en que, poco a poco, las aguas vuelvan a su cauce y el periodismo recobre el prestigio y credibilidad que nunca debió perder». Y resumía: «Se trata solo de ser testigos de lo que pasa y de contarlo. Fascinante, ¿no?».