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E. Coronado
Gijón
Viernes, 4 de abril 2025, 06:30
Una guerra es siempre una paradoja ética, con las peores consecuencias, habitualmente, para quienes menos culpa tienen. A fuerza de retorcer la lógica, puede ... sonar horrible decir que el cáncer de un niño puede salvar vidas, pero este es el caso. La suya y la de su familia. Se trata de 13 menores gazatíes con diversas dolencias oncológicas que el Ministerio de Sanidad, en colaboración con el de Inclusión, con Ingesa, y con la Sociedad Española de Hematología y Oncología Pediátrica, ha decidido traer a España para facilitarles un tratamiento oncológico pediátrico que, hoy por hoy, es imposible en una Gaza con la práctica totalidad de sus equipamientos sanitarios destruidos por la guerra.
Para ello, equipos de ambos ministerios, junto con el gijonés Fernando Aguirregomezcorta Nespral, pediatra oncólogo del Hospital Universitario Central de Asturias, se desplazaron a El Cairo, donde durante tres días realizaron evaluaciones médicas y sociales a los menores para valorar su acogida y tratamiento oncológico en España. Una labor dura y compleja, en la que ACCEM dio todo su apoyo, llena también de una potente carga emocional muy bien captada por el fotógrafo Bruno Thevenin.
Tras completar el proceso, viajaron con ellos hasta la base militar de Zaragoza y desde ahí, los trece niños y 23 familiares fueron acompañados por médicos a sus destinos. El doctor Aguirregomezcorta, que ya tuvo experiencias de cooperación en Camerún cuando aún era estudiante, colaborando con Caritas, vino a Asturias con un niño y su familia ya ayer, el resto de menores van a hospitales de Navarra, el País Vasco y Cataluña.
En la excelente unidad de oncología pediátrica del HUCA, este menor –del que no puede trascender su identidad– recibirá «todo el tratamiento», dure éste lo que dure, y estará acompañado por sus familiares, «que tendrán un proceso de adaptación intenso, porque no hay que olvidar que también son víctimas de guerra, unos supervivientes, con vivencias de las que me he ido enterando y que todavía estoy intentando procesar», indica el doctor gijonés en conversación con este diario desde el taxi (conducido por la gijonesa ) que les traía desde Zaragoza.
Cuenta este oncólogo pediátrico que el viaje se le hizo duro. «Pasaron prácticamente 12 horas desde que los niños salieron del hospital en El Cairo hasta que aterrizamos en España. Fueron 12 horas que me parecieron 12 días. Se me hizo eterno. Creo que no nos separamos de los tres pacientes más vulnerables en ningún momento. Aunque nos dieron algún susto que otro, me consta que ya han sido ingresados en los distintos hospitales y que están bien. Los otros 10 serán valorados entre hoy y mañana«. Y, por supuesto, «desde el punto de vista médico , intenté tratar a los pacientes igual que trato a mis niños del HUCA». También desde el punto de vista humano y afectivo.
Ya en Oviedo, «a nuestro paciente tendremos que hacerle una evaluación completa para ver de dónde partimos, y después sabremos qué tratamiento necesita», aunque para el niño y su familia sólo sentirse de nuevo humanos, que le importan a alguien, es ya toda una sanación.
Ahora, en los hospitales españoles se trabará en la parte más sanitaria, pero la misión ha tenido una parte muy importante en El Cairo, a donde se habían desplazado a estas familias. Cuenta Aguirregomezcorta que la SEHOP, por un lado, «se encargó de distribuir por distintas unidades de oncología pediatría de España a los 13 pacientes y sus familiares, para que fuesen preparando su acogida. Por otro lado, asignó un oncólogo pediátrico que acompañase al equipo . Lo comunicó a sus socios, y yo me ofrecí voluntario».
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En El Cairo, el doctor gijonés se marcó tres objetivos: «evaluar a los 13 pacientes, hacer una valoración médica y optimizarlos en la medida de lo posible durante esas 72 horas para que pudiesen viajar y aguantar el traslado a España en las mejores condiciones posibles. La mayoría eran pacientes con leucemia, tumores cerebrales o linfomas, aunque había de todo.»
Para ello, «les paute transfusiones de sangre y de plaquetas, les pusimos antibióticos… pero los recursos eran muy limitados. Era todo a ciegas . Pedía una analítica urgente un día, y los resultados no me llegaron casi hasta el día que ya nos íbamos. Así que nos tuvimos que adaptar a las circunstancias«. Las afecciones no eran todas del mismo nivel: «De los 13 pacientes que evaluamos, conseguimos que al final viajasen los 13, aunque 3 de ellos eran especialmente vulnerables así que desde Egipto, solicitamos 3 ambulancias para que recogiesen a los pacientes en el aeropuerto de Zaragoza y los llevasen directamente a las urgencias de sus respectivos hospitales asignados».
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Como segundo objetivo, Aguirregomezcorta se marcó «recopilar toda la información posible sobre las pruebas diagnósticas realizadas en Gaza y en Egipto, así como los tratamientos recibidos. En oncología es fundamental hacer un estudio inicial muy completo, saber si había metástasis o no cuando empezó todo… además es fundamental saber qué quimioterapia se ha administrado, para continuar con el tratamiento en España sin añadir toxicidad innecesaria». Y en tercer lugar, proceder a una «vigilancia médica durante el traslado… la logística era muy compleja. En total viajaban 13 pacientes, con sus familias, casi 40 personas en total, con toda la burocracia pertinente». No fue fácil, pero sí que es necesario. Y ejemplar.
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