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LAURA MAYORDOMO
GIJÓN.
Martes, 24 de diciembre 2019, 02:53
Amelia Fernández está en su casa de Bochum (Alemania), terminando de preparar la maleta cuando atiende la llamada de EL COMERCIO. En unas horas tomará un avión que aterrizará en Bilbao a la una y media de la tarde. Esta piloñesa de 25 años ... opta por volar al aeropuerto vasco porque -como para los muchos otros asturianos que, por razones de estudios o trabajo, residen en el extranjero- es el que, junto con el de Santander, ofrece una mayor oferta de conexiones internacionales. A Asturias solo se puede llegar en vuelo directo desde Londres, pero la conexión de Vueling con el aeropuerto de Gatwick se limita a tres enlaces semanales: lunes, miércoles y viernes. Con lo que, para los que residen en cualquier país que no sea el Reino Unido, volver a casa en Navidad se convierte en «una odisea» que implica la búsqueda de vuelos baratos y la combinación con otros medios de transporte para poder llegar a casa a tiempo y brindar en Nochebuena con la familia.
El billete lo compró Amelia Fernández en octubre, en cuanto cobró el primer sueldo como auxiliar de conversación en un instituto. El vuelo ida y vuelta le costó 250 euros. «El más barato que encontré». Llega a Bilbao y allí tendrá que aguardar seis horas hasta subirse al autobús que la dejará en Oviedo. «Había un Supra antes, pero costaba 50 euros y no me lo puedo permitir». Graduada en Filología, esta es su primera experiencia en el extranjero. Y «tenía claro que volvería en Navidad».
Desde el jueves duerme en su casa de Gijón Sara Cuéllar Sarmiento, que también llegó al aeropuerto de Bilbao desde Austria, donde vive y trabaja. Unos días antes lo había hecho su hermano Pelayo que, tras residir en Salzburgo, este año se ha instalado en Maastricht para seguir formándose como violonchelista. «Estoy encantado porque puedo dar clases con un profesor armenio que es uno de los mejores del mundo». Pero el viaje desde Holanda a Gijón fue de todo menos sencillo. Cerca de quince horas. Saliendo de madrugada para viajar en autobús hasta Bruselas y ahí, coger un avión a Santander, adonde fueron a buscarle en coche unos amigos. Al menos, al haberlo adquirido con mucha antelación, el billete no le salió muy caro: «Unos cincuenta euros». En realidad, el doble, porque el violonchelo también paga su asiento. Eso sí, «recurro al viejo truco de meter ropa dentro de él» y así poder viajar con equipaje de mano y no tener que pagar por facturar la maleta.
Paula Díaz Reigosa Zurich (Suiza)
Gabriel Meana Miami (EE UU)
A Paula Díaz Reigosa, la flexibilidad laboral de su trabajo como científica en la Universidad de Ciencias Aplicadas del Noroeste de Suiza le permite volar en fechas no señaladas y ahorrarse una importante cantidad de dinero, aunque este año «el vuelo me cuesta 400 euros, que no es bajo precisamente». Tanto ella como su pareja, Enrique Rodríguez, también investigador, saben lo complicado que resulta llegar al Principado cuando uno vive fuera. Porque antes de en Suiza ambos residieron, y trabajaron, en Dinamarca. Al norte del país, en Aalborg. «El primer año tardé veinticuatro horas y media en llegar a mi casa», cuenta Enrique Rodríguez de las mil y una combinaciones que tuvo que estudiar para que el viaje no superara los 350 euros.
Desde México voló María Mata, que en septiembre se mudó a Querétaro con su novio mexicano para explorar nuevos campos profesionales. Llegó a Asturias el pasado martes y permanecerá aquí hasta después de Reyes. El billete de avión Ciudad de México-Madrid «lo compré ya en agosto», por 750 euros, anticipándose a la subida de precios de las semanas previas a las fiestas. «Ahora están, como mínimo, por mil quinientos o dos mil». Eso sí, una vez en la capital española, y como «añadir el vuelo Asturias salía bastante caro», para el último paso del viaje recurrió a Blablacar. «Hay bastante oferta y sale más barato: 24,5 euros la ida», cuenta esta gijonesa. Regresar el 8 de enero a México también le permite evitar los precios de «hasta tres mil euros» que se pagan por los vuelos en fechas más cercanas al Año Nuevo. «Una locura».
Borja Bayón Pittsburgh (EE UU)
María Mata México
En verano compró también los billetes de avión Gema Garzo, que el jueves aterrizó en el aeropuerto de Asturias con su marido y sus hijos; Alicia, de ocho años, y Pablo, de diecisiete meses, procedentes de Puebla (México). Con escala en Madrid, les salieron por 950 euros por cabeza. «Volar antes nos sale más barato que hacerlo justo un día o dos antes de Navidad». Por eso «este es el año que más tiempo vamos a estar en Oviedo, hasta el 9 de enero». Los últimos seis años los han pasado entre Turquía y México, adonde se desplazaron hace casi dos años por motivos laborales: «Mi marido es ingeniero y trabaja para el sector de la automoción», cuenta. «Espero que este año me toque el Gordo de Navidad y así volver a mi Asturias querida», desea quien, precisamente antes de abandonar la región, despachaba décimos del sorteo en la administración de lotería número 22 de Oviedo, en la calle de Fuertes Acevedo.
El que no llegará a Asturias hasta el mismo 24 de diciembre es Gabriel Meana, gijonés de 30 años y entrenador de tenis en Miami, Estados Unidos, país en el que reside desde 2008. «Llegaré justo para el aperitivo y la cena de Nochebuena», bromea. Este año «tuve algo de suerte y vuelo a Asturias con escala en Madrid». Pero no es lo habitual: «Normalmente tendría que volar a Santander o subir con algún conocido en coche. Incluso coger un tren y bajarme en León para llegar antes». Las combinaciones son infinitas y en todas cuenta con la complicidad de la familia, «que viene a recogerme donde haga falta», agradece.
Ana Villa (Londres)
Amelia Fernández Bochum (Alemania)
Enrique Rodríguez Zurich (Suiza)
No todos los asturianos en la diáspora tendrán ocasión de pasar las navidades en el Principado. Ana Villa, lenense residente en Londres desde hace cuatro años, pasará las fiestas lejos de casa. Supervisora de reservas en una cadena de hoteles, el haber cambiado este año de empresa no le ha permitido coger vacaciones en estas fechas. Y, aunque tiene libres el 25 de diciembre y el 1 de enero, «no me merecía la pena ir para dos o tres días con lo caros que están los vuelos en esas fechas». Lo hará después de Reyes, cuando sabe que puede encontrar billetes por menos de cien euros. Aún no los tiene y duda si volar al aeropuerto asturiano o al de Santander. «Depende, es que a Asturias no hay vuelos todos los días». Villa se consuela pensando en que podrá compensar a los suyos con una estancia más larga, aunque no sea Navidad.
Tampoco se podrá reunir con su madre, hermanos y sobrinos Borja Bayón. «Estas serán las primeras navidades que pase lejos de casa y de los míos». A este ingeniero informático natural de Pola de Lena, una oportunidad laboral «in extremis» en Estados Unidos le ha dejado sin tiempo para planificar las vacaciones. Además, «los vuelos están desorbitados», cuenta tras comprobar que los billetes para una semana antes de Nochebuena superaban ya los 4.000 euros. «Así que, con toda la pena del mundo, me lo perderé. Estaré solo al otro lado del charco en un país en el que aún me siento extraño, pero mi mente y mi corazón estarán en la tierrina», promete.
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