OLGA ESTEBAN
GIJÓN.
Lunes, 18 de noviembre 2019, 02:54
Hacía un mes que ella le había instado a abandonar el domicilio familiar. Él optó por la violencia y la apuñaló. El agresor tenía 80 años y la víctima, que logró escapar y llegar por su propio pie al centro de salud de Pola de Siero, 73. Es uno de los casos más graves de violencia de género que ha registrado Asturias este año. Un año en el que, al menos hasta ahora, no hay que lamentar ninguna víctima mortal, después de cerrar un fatídico 2018 que se llevó la vida de tres asturianas: Paz Fernández Borrego, Isabel Fuente y Yésica Menéndez. Aunque las víctimas, en realidad, se cuentan de nuevo por miles.
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Un dato basta para hacerse una idea: ocho mujeres presentan una denuncia por violencia de género cada día en Asturias. Es el trágico balance del primer semestre del año, ya que según los datos oficiales entre enero y junio la región registró 1.439 denuncias. Son algunas menos que en el mismo periodo del año pasado, cuando hubo 1.549 y el ejercicio acabó con el triste récord de haber superado por vez primera las 3.000 denuncias. Y a eso hay que añadir lo que alertan una y otra vez quienes más saben del tema: que la realidad es mucho peor, que los casos son muchos más. Solo hay que tener en cuenta un dato: en ninguno de los tres feminicidios registrado en Asturias en 2018 había denuncia previa. Todos los asesinos eran la pareja de la víctima en el momento del crimen.
Y así, Asturias afronta un año más la conmemoración del 25 de noviembre, el Día internacional contra la violencia hacia las mujeres, una fecha en la que recordar especialmente a las 26 asturianas que han sido asesinadas por sus parejas o exparejas desde 2003 hasta ahora. En España, solo en este año han fallecido ya 51 mujeres.
Cientos, miles de mujeres conviven en nuestros municipios con el miedo. Auténtico terror en algunos casos. En estos momentos, 580 asturianas viven con protección policial. Aproximadamente las mismas que para afrontar el día a día necesitan contar el Servicio Telefónico de Atención y Protección para Víctimas, el Atenpro, ese dispositivo que les permite, tan solo apretando un botón, contar con presencia policial en unos minutos. 24 horas al día con alguien pendiente de ellas al otro lado.
Son los casos más graves, pero no los únicos. El Sistema Integral de Seguimiento y Atención de los casos de Violencia de Género, más conocido como el VioGen, tiene abiertos 1.336 expediente a fecha 30 de septiembre, más que en el mismo periodo del año anterior (1.287). Todas ellas tienen, en mayor o menor medida, seguimiento policial, dependiendo del riesgo que, en principio, se aprecia en cada circunstancia. En 756 casos, de hecho, no se aprecia riesgo, lo que no significa, según defienden siempre los responsables del sistema, que no tengan seguimiento por parte de Policía Local, Nacional o Guardia Civil. De hecho, reciben llamadas de vez en cuando. Hay otras 442 mujeres con riesgo bajo, 125 con riesgo medio, 12 con riesgo alto y hay una mujer, una asturiana, cuya situación respecto a su maltratador es de riesgo extremo. En ese caso, el control es diario. Es decir, tiene muchas posibilidades reales de sufrir incidentes.
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Una vez más, las cifras confirman lo que los expertos vienen advirtiendo desde hace tiempo: la violencia de género es cada vez más prematura. Cada más más jóvenes, incluso menores de edad, protagonizan los datos. Catorce de las 1.336 mujeres registradas en el Viogen tienen entre 14 y 17 años. Es más, ocho de ellas tienen protección policial. «Es alarmante», dicen muchas voces. El Consejo Asesor de la Mujer de Gijón lo advierte también en su última memoria: «Siguiendo la tónica de los últimos años, se observa una incidencia preocupante de agresiones a mujeres jóvenes». Solo en Gijón, en los últimos cinco años, 23 chicas menores de edad han pedido ayuda al Centro Asesor de la Mujer.
Quizás algunas de ellas vivieron la violencia en sus hogares cuando eran más pequeñas. Es uno de los peligros, de las nefastas y extensas consecuencias de la lacra del maltrato: cómo afecta a los menores, a los hijos e hijas de maltratadores y maltratadas. El Principado de Asturias, de hecho, pondrá el foco este año, en el marco de los actos del 25 N, en ellos, en los menores, y en la denominada violencia vicaria. Esto es, la que ejercen los agresores sobre ellos con el único fin de infringir el mayor daño posible a la madre. 'Que la violencia de género no pase de generación en generación' es uno de los lemas que está ya utilizando el Instituto Asturiano de la Mujer.
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Hasta el 31 de octubre, han ingresado en la Red de Casas de Acogida del Principado 172 menores, hijos e hijas de las 173 mujeres que han requerido de este servicio. Durante el año pasado fueron asistidos otros 213, de los que 173 ingresaron en alguno de los alojamientos. En ese ejercicio también pasaron por los pisos tutleados 18 mujeres y 26 menores. El Principado ha firmado esta misma semana los convenios con los Ayuntamientos para el mantenimiento de esta red, a la que se destina un millón de euros.
Son, sin duda, las otras víctimas. El año anterior habían sido 246. El anterior, 175. El anterior, 161... Y así, un triste suma y sigue de niños y niñas que sufren situaciones similares a la de Laura: «Estaba viendo la tele en el salón con el volumen muy alto para no escuchar la fuerte discusión que mis padres tenían en la cocina. Me pone nerviosa sobre todo cuando oigo algún golpe y dejo de escucharles gritar y no sé lo que ha pasado». Laura tiene 12 años. Y su historia es también la de cientos de niños. La recoge Cristina Diez Fernández, jefa de Sección de Familia del Instituto Asturiano para la Atención Integral a la Infancia, en un artículo en el que habla de las «víctimas invisibles de género». Según los datos a los que hace referencia, se estima que en España unos 840.000 niños y niñas han estado expuestos a la violencia de género sufrida por sus madres. Una macroencuesta de 2015 concluía que entre las mujeres víctimas que tenían hijos, el 63,3% aseguraba que los niños habían presenciado algunas de las situaciones de violencia.
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En 2018, las Sección Familia del Instituto Asturiano para la Atención Integral a la Infancia recibió más de 200 notificaciones relacionadas con estos hechos. Y eso que solo se consideran como tal los que tienen ya condena. «Vivir en una familia donde la madre es maltratada por su pareja significa que una persona menor está expuesta a situaciones de opresión y control y a un modelo de relación basado en el abuso de poder y la desigualdad. Crecer en estos contextos de violencia sitúa a niños, niñas y adolescentes en una situación de riesgo», dice la experta. Son niños que presentan absentismo escolar, consumo de sustancias tóxicas, alteraciones de conducta, alteraciones en la vinculación con sus madres y padres... Pero, sin duda, las mayores víctimas son los menores que han sido asesinados por sus padres. Dos en Asturias (las pequeñas Amets y Sara, asesinadas por su padre en San Juan de La Arena en 2014). En España son 34 los muertos desde 2013.
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