Puri Naveiras, una de las voluntarias de Cruz Roja en Cangas.C. B.
Voluntarios: de luchar contra la covid a ayudar a los inmigrantes
Apoyo ·
El aumento de trabajadores llegados de Latinoamérica, unido a la crisis energética, incrementa la labor de Cruz Roja de Cangas del Narcea, que fue un referente nacional durante la pandemia
CARLOS BERNAL
Jueves, 3 de noviembre 2022, 01:15
Durante el primer año de pandemia Cruz Roja España atendió diecinueve millones de llamadas relacionadas con la crisis de la covid y repartió comida y medicamentos a 3,7 millones de personas. Esta labor fue posible gracias al dispositivo 'Cruz Roja Responde';la mayor movilización de recursos, capacidades y personas de su historia. 66.000 voluntarios colaboraron en ella.
La asamblea local de Cruz Roja en Cangas del Narcea colaboró con dicho dispositivo, llegando a colocarse en la tercera posición, después de Madrid y Valencia, en número de llamadas respondidas, alrededor de 6.000, durante el primer confinamiento, desde marzo hasta mayo de 2020. El Gobierno central decretó el primer estado de alarma el 15 de marzo de 2020 y confinó a toda la población española. La incertidumbre, la falta de alimentos y medicamentos y la perdida de empleó aumentaron simultáneamente al del número de personas contagiadas de SARS-CoV-2.
La mayor parte del voluntariado de la asamblea canguesa de Cruz Roja superaba los 65 años. Catalogados como población de riesgo se les impedía participar en el dispositivo de emergencia. «No teníamos suficientes voluntarios jóvenes», explica ahora el secretario de Cruz Roja de Cangas, Andrés Rodríguez. Pero a partir de la tercera semana de confinamiento «empezó a llamarnos gente jóven que quería colaborar», añade. Una treintena de voluntarios jóvenes se personaron en la asamblea local de Cruz Roja, ubicada en la capital del concejo. Primero, recibieron formación para conocer el protocolo de actuación. Los voluntarios trabajaban de uno en uno, en turnos de dos horas, y al cambiar, dejaban limpió el despacho.
Cogían la llamada, apuntaban los datos del interlocutor, escuchaban sus necesidades y las apuntaban. Finalmente se remitía la demanda al centro de Cruz Roja más cercano al domicilio del demandante. Siempre: mascarillas, gel, distancia de seguridad y ventanas abiertas. «Había gente que necesitaba hablar para calmarse o porque se sentía sola, otras personas necesitaban alimentos y medicamentos», explica Puri Naveiras, una de las voluntarias que se incorporó al equipo de 'chaquetas rojas' de Cangas. A Naveiras aún se le humedecen los ojos al rememorar aquellos días, donde las fatalidades al otro lado del teléfono se intensificaban con el paso de las semanas. «Es muy duro recordarlos pero no me arrepiento, lo volvería a hacer sin duda, esas llamadas valieron mucho para aquellas personas», narra Naveiras. «Nunca tuve miedo a contagiarme, yo venía con un objetivo: ayudar». Tampoco pensó en abandonar aunque recuerda un día en el calendario donde no pudo aguantarse el llanto tras la llamada que recibió: «Era una madre que solo podía dar de comer a su bebé una galleta y un vaso de agua al día». Puri se juntaba con el resto del equipo los viernes a las nueve de la noche donde compartían sus vivencias: «Las emociones eran muy fuertes nosotros también necesitabamos desahogarnos», explica.
Preocupa el invierno
Ahora, a escasos meses de que se cumpla el tercer aniversario de aquellos tres meses de pandemia, en Cruz Roja de Cangas abordan otra situación que incrementa su trabajo y les hace dar otro paso al frente. Explican que se ha incrementado de forma notable en los últimos tiempos el número de personas llegadas de otros países, especialmente de Latinoamérica. Y que sus situaciones personales hacen que tengan que volcarse con ellos. «Cangas del Narcea no es una zona de paso, como puede ser Gijón, León y Valladolid con línea de tren a Madrid, aquí hay que querer venir», apunta Naveiras antes este incremento, motivado principalmente por el aumento de la demanda de cuidadores para personas mayores. Proceden en su mayoría de Perú, Colombia y Ecuador. Y a las dificultades de empezar una nueva vida se une la situación de crisis energética, que hace prever un duro invierno, no solo para esta población recién llegada sino también para otras personas.
«Muchas familias que ya estaban en situación de vulnerabilidad y ahora se encuentran más desguarnecidas», alertan en Cruz Roja.
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