Secciones
Servicios
Destacamos
andrea arruñada
Miércoles, 4 de diciembre 2019, 19:25
Los vecinos de Medal (Coaña) no daban crédito a lo que veían sus ojos en la noche del martes: un toro de unos 700 kilos de peso se paseaba alegremente por las calles de la localidad. El ejemplar se había escapado, en torno ... a las ocho de la tarde, del próximo matadero de Jarrio, como si supiese lo que entre esas cuatro paredes le iba a acontecer.
Su dueño, un criadero de A Fonsagrada (Lugo), salió con su vehículo tras él al ver que se había zafado del vallado del recinto cárnico y se dirigía descontrolado hacia zonas habitadas. No cejó en su empeño, pero aún así el toro atravesó el polígono industrial de Jarrio hasta llegar a Medal, donde encontró una finca en la que le pareció oportuno tumbarse a descansar después del periplo. «No dejaba que el dueño se le acercarse, se ponía bravo y se volvía contra él. Imagina cómo estaba con los que no conocía», relata Leandro Méndez, propietario del prado en el que finalmente el toro pasó el resto de la noche. Aunque la Guardia Civil se desplazó hasta la localidad, a esas horas no pudo hacer nada más que tranquilizar a la población y recomendarles permanecer en sus casas ante el imprevisible comportamiento del animal. De hecho, algunos residentes se apresuraron a comentar lo ocurrido en redes sociales para advertir a los conductores que no circulasen por allí. «Estaba tan oscuro que solo se veían las luces de la patrulla, casi no sabíamos ni dónde andaba parado el toro», prosigue Leandro Méndez.
Esta mañana se inició un dispositivo para apresar al bovino con presencia de la Guardia Civil, la Policía local de Coaña y la de Navia. Primero, el dueño decidió remolcar una vaca hasta la finca para que el 'xato' se calmara y así poder subirlo al remolque de vuelta al matadero. No funcionó y entonces probaron con dardos tranquilizantes. Fueron necesarios dos intentos y la buena puntería del sobrino del dueño para conseguirlo. A partir de ahí se inició un operativo complejo. Rodearon la cabeza del animal con dos cuerdas y sujetaron cada uno de los extremos a un árbol y a un tractor, respectivamente. Así y tras un forcejeo, a primera hora de la tarde por fin pudieron subir al toro al remolque que le condujo, esta vez sí, al matadero de Jarrio. «En ningún momento se le quiso matar porque el dueño hubiese perdido los ingresos y se le pudo controlar, aunque hubo mucho revuelo. El pobre solo quería dormir fuera», comenta risueño Méndez, convertido en el inesperado protagonista de una jornada en la que, por suerte, no hubo que lamentar ni daños ni heridos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.