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BELÉN G. HIDALGO
DEGAÑA.
Martes, 7 de abril 2020, 00:16
«Pasamos de cien a cero». Así resume la presidenta de la asociación de turismo rural Fuentes del Narcea, Ana Llano, el impacto de la crisis sanitaria en el gremio. El sector se preparaba para despuntar con la Semana Santa, el inicio de una temporada ... alta que llegaría hasta octubre. Pero el estado de alarma frenó de golpe su actividad y la incertidumbre se adueñó de sus expectativas. Las devoluciones de las reservas están asfixiando a estas empresas. «Es muy lícito devolver el dinero, pero hunde a muchos negocios. Había reservas hasta agosto», recuerda Llano. La crisis lastra una época del año que «nos permite mantenernos el resto del ejercicio; tendremos problemas», advierte.
En la comarca, el turismo rural supone un complemento a la principal fuente de ingresos de sus titulares. La situación más compleja, destaca la presidenta, la atraviesan aquellos cuyos ingresos proceden únicamente de este sector o que emplean a terceros. «Para un 15% de los empresarios el turismo es su única actividad y su situación es la peor. Al resto, les dejará tocados para todo el año, pues deja de ingresar por esta actividad», argumenta Llano. Para tratar de minimizar el impacto, se intenta que el turista opte por aplazar la reserva para más adelante.
«Este golpe nos supone llegar a una situación de tener que plantear un cierre temporal o definitivo», asegura el empresario de turismo activo, Víctor García, que da por perdida la campaña. El negocio ofrece alojamiento, demostración y tienda de artesanía cunqueira y experiencias medioambientales. Su preocupación se reduce a la falta de liquidez para continuar. «La situación es crítica, estamos preocupados. A los gastos fijos y devoluciones, se suma la incertidumbre de no saber cuándo podrás volver a funcionar», apunta García, en alusión al avance de la pandemia y los efectos en las economías familiares. Señala también la pérdida del turista internacional, limitado por las restricciones de movilidad.
En Sisterna (Ibias) el gerente del núcleo rural Txileiro, José Enrique González, cree que «el sector tardará en recuperarse. La gente tardará en volver a viajar». El parón les sorprendió con el cartel de completo hasta mayo y algunas reservas para el verano, época en la que contratan personal extra. Ahora, ha planteado un ERTE y hace números para afrontar los gastos. «Nos pilló con bastantes inversiones en el negocio, con reformas en la cocina, el spa...», explica el gerente. «Si no podemos aprovechar el verano, igual tenemos que echar la llave. El invierno en la zona rural es flojo y será difícil», apostilla.
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