ANDREA ARRUÑADA
BOAL.
Sábado, 2 de noviembre 2019, 00:09
Algunos escritores sienten auténtico pavor ante una página en blanco. Después de horas de ideas, a la hora de la verdad, su mente se bloquea. Algo así le sucedía a la novelista de Brañavara (Boal) Ana María Quintana, pero su miedo no era a encontrar ... las palabras adecuadas, sino a girar la llave del contacto de su coche.
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«Hace diez años me saqué el carné y lo fui dejando porque mi marido y yo compartíamos el coche para ir al trabajo. Cuando intenté retomarlo, apareció la angustia. No podía cogerlo», explica Ana. Como ella, otras doce mujeres del concejo de Boal llevan dos semanas asistiendo a terapia para superar la amaxofobia. Esto es, el miedo irracional a conducir, gracias a un acuerdo entre el Centro de Salud boalés y el programa Rompiendo Distancias.
Los enfermeros del concejo Nancy Pérez y Carlos Couceiro fueron los primeros en detectar el problema en sus consultas y decidieron ponerse manos a la obra. «Contactaron conmigo y, como ya hemos trabajado otras veces juntos, fue muy fácil buscar una solución», señala Ángeles Álvarez, técnica del programa Rompiendo Distancias del Alto Navia. La autoescuela naviega Maybe accedió a impartir las clases para refrescar conocimientos sin desplazarse de la propia villa si conseguía un mínimo de alumnas. «El éxito fue total. De repente, teníamos trece mujeres. Ocho de ellas mayores de 65 años», añade Álvarez.
Si en algo coinciden Ana y sus compañeras es que no podían hacer una «vida normal» antes del programa. , señala. Estaban en alto riesgo de aislamiento social al vivir en pueblos pequeños, con nulo transporte público y no poder moverse por su cuenta. «Una de ellas lleva dos años sin ir a la playa y a otra le entristece no poder ir a misa cuando quiere y tener que estar siempre pendiente de los vecinos», comenta Marina Pérez, psicóloga del Gabinete Psicológico de Luarca y la profesional de salud mental encargada de la terapia a través de la intervención grupal. «Hay que contribuir a reforzar la autoestima, a controlar los pensamientos negativos y a aumentar la confianza en sí mismas». A la vez, también les enseña técnicas de relajación para evitar la ansiedad a la hora de ponerse al volante, ya que el miedo paraliza incluso en el plano físico. «Puede provocar agarrotamiento muscular, mareos, vértigo o bloqueos». En sus talleres quiere crear un espacio «amable» para conversar, compartir experiencias y desahogarse sin temor a que se sientan juzgadas.
Como explica la psicóloga, este pánico es más común de lo que lo se cree y no necesariamente nace de una mala experiencia traumática. «Influye ver y oír noticias de accidentes trágicos, no encontrar apoyo en el entorno familiar o ser demasiado insegura». Algunas participantes, como Ana, ya se han atrevido a dar el paso de poner el pie en el acelerador. «Por el momento no voy sola, siempre va alguien conmigo. Estoy yendo poco a poco», matiza. A sus 34 años es la más joven del grupo y lamenta haber «desperdiciado tanto tiempo». «Perdí mucha calidad de vida. No podía hacer la compra o ir a tomar algo. Pierdes tu libertad», relata. Ahora, anima a otros a afrontar sus miedos cuanto antes «para no acabar como yo».
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