Luto en Cangas del Narcea por la muerte en una explosión de un trabajador de Pirotecnia Pablo

La explosión se escuchó desde muchos puntos del concejo, y la noticia se extendió de inmediato a toda la región. De hecho en la mente de los asturianos se revivió instantáneamente el accidente de Pirotecnia Devita en Huerres, que el 4 de mayo de 1998 se llevó la vida de cinco personas.

La duda terrible era, en ese momento, si había más víctimas. El alcalde, José Luis Fontaniella, que escuchó la explosión desde la capital del concejo, a unos cinco kilómetros de distancia, se presentó en la empresa muy poco después, a la vez que llegaban a la zona numerosas ambulancias, al presumirse de la existencia de al menos otro fallecido. Sin embargo, no hicieron falta, tras descartarse que hubiesen más personas afectadas por la explosión. El alcalde pudo hablar con el propietario de la empresa, José Fernández, al que encontró «muy afectado».

Todo ocurrió muy rápido. El joven cangués perdió la vida de forma instantánea al estallar, por causas que aún se desconocen, el artefacto pirotécnico que estaba preparando. La explosión se produjo en el interior de una de las casetas de la fábrica, construida, al menos parcialmente, con bloque, y diseminadas por la finca en la que está ubicada dicha empresa. La explosión no generó una reacción en cadena, lo más peligroso en estos casos, debido a los efectivos sistemas de seguridad. La Guardia Civil comentó que «la caseta en cuestión quedó completamente desintegrada y sobre las ruinas se encontraron los restos del fallecido».

Hasta el lugar de los hechos se trasladaron también efectivos de Seguridad Ciudadana, Gedex, Intervención de Armas y Policía Judicial, quienes rápidamente acordonaron la zona e impidieron el paso para iniciar las investigaciones pertinentes. Los restos mortales del infortunado trabajador fueron trasladados al Instituto de Medicina Legal, en Oviedo, para proceder a la autopsia.

En la ladera ubicada frente a la que acoge las instalaciones de Pirotecnia Pablo se encuentra el pueblo cangués de Curriellos, que tiene una panorámica absoluta de la empresa. La que todas las mañanas ve desde su casa Ana Llano, quien explicó que «todos los días hacen pruebas y se oyen pequeñas explosiones, pero esto fue enorme. Nos retumbó toda la casa, al punto de que creíamos que se nos había reventado la caldera». Con el susto en el cuerpo, Llano añadió que «no te puedes imaginar la explosión que fue. Nosotros estamos a 500 metros en línea recta y fue un estallido que tapó todo. Hubo una explosión, una humareda y luego todo desapareció. Ya solo se veían los restos de la caseta que explotó, pero el resto de la fábrica quedó aparentemente intacta».

Cerca también de la fábrica de Pablo se encuentra el Parador de Corias, cuyo director, Daniel González, explicó que «oímos perfectamente la explosión desde el hotel y estuvimos todos muy preocupados, porque los trabajadores del parador conocemos a varios de quienes trabajan en la pirotecnia y les apreciamos a todos».

El responso de cuerpo presente se celebrará mañana a las once y media de la mañana en la basílica parroquial de Cangas del Narcea y a continuación sus restos recibirán cristiana sepultura en el cementerio parroquial de Limés. Además, se celebrará un funeral por su eterno descanso el próximo lunes, a la una de la tarde, también en la basílica parroquial.