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La parturienta alumbra un niño pocos minutos despúes del 'casoiro', ayudada por el mismísimo diablo. B. G. H.

Los Guilandeiros, una tradición renovada

El grupo incorpora la figura de 'los guapos' y a los niños de la escuelina. «En unas zonas rurales de capa caída, estos actos las mantienen vivas»

BELÉN G. HIDALGO

naraval.

Domingo, 23 de febrero 2020, 00:42

Apenas pasaban unos minutos de las once de la mañana cuando los guilandeiros de Tineo irrumpieron en la localidad de Naraval al son de la gaita y las chuecas de los 'xamasqueiros'. Despertaron a los poco mas de sesenta vecinos que recibieron a ... la comitiva de más de una treintena de personajes que llevan esta tradición ancestral puerta a puerta, con travesuras y cantos. Su cometido no es otro que «llevar la alegría a los pueblos y pedir el aguinaldo», recordó su promotora, Rosa Fernández, con la figura de 'vixirigueira'.

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«Lo guapo es seguir con la tradición año tras año. Estos tiempos en los que la zona rural está un poco de capa caída, mantener la actividad cultural, social y tradicional es impresionante», reconocía Elías Veiga tras su disfraz de médico y sacamuelas. Es también responsable de la recuperación de esta tradición hace nueve años. Juntos siguen sacando personajes del baúl. «Este año tenemos a los 'guapos', que van de blanco y amarillo», apuntó Fernández, que espera incorporar a alguno más en próximas ediciones. «Hay muchos recogidos en la zona, pero vamos poco a poco», confesó.

Navelgas -segunda parada de la comparsa, que finalizó en Zardaín su periplo-, vivió el debut de los niños de la Escuelina de Guilandeiros, dispuestos a tomar el relevo. «Estamos conservando una tradición de muchos años», explicó Laura Pérez.

Y fieles a esa tradición, los personajes de la comitiva finalizaron el recorrido casa a casa y dieron paso al 'casoiro', una boda oficiada por el diablo y el cura. La dama, Alvarina, y el galán, Joselín, contraían nupcias a pesar de los reparos de quienes advertían a la novia de las fechorías de su futuro marido. «¡Alvarina, no seas tan pollina!», gritaban unos. «Se te ve en el bigote que te casas por la dote», increpaban otros al novio. Tras el parto, arrancó el baile nupcial. Tan pintoresco resultó el enlace que hubo quien no dudó en afirmar que «hasta el cura lo contaría en la revista 'Lecturas'».

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