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Basílica de Cangas del Narcea desde el puente colgante que hace de conexión entre las dos caras del valle. C. B.
La basílica de Cangas del Narcea cumple 380 años

La basílica de Cangas del Narcea cumple 380 años

Patrimonio. El edificio barroco de estilo clasicista, construido entre 1638 y 1642, recibió en 1992 el título eclesiástico de basílica por el Papa Juan Pablo II

C. BERNAL

Lunes, 31 de octubre 2022, 01:02

La basílica en honor a Santa María Magdalena, patrona de Cangas del Narcea, cumple 380 años. La iglesia, de estilo clasicista, ubicada en la plaza de la Oliva, embelleció la villa suroccidental además de impulsar su crecimiento socioeconómico. Pero a su vez, la obra arquitectónica causó el derrumbamiento de la iglesia románica, entablada durante los cinco siglos precedentes entre el actual templo y el Palacio de los Omaña, desencadenando un conflicto que dividió a las dos familias de nobles y buena parte de los vecinos censados entonces en Cangas de Tineo, que así se llamaba la villa.

Se trata de una obra arquitectónica sin parangón del barroco asturiano construida por el maestro de obras nojeño (Cantabria) Diego Ibáñez Pacheco en tan solo cinco años (1638 -1642). El baezano (Jaén), Bartolomé Fernández Lechuga, maestro mayor de la corte y uno de los creadores del Palacio de Carlos V de Granada supervisó la obra y aportó sus conocimientos arquitectónicos. Al no ser buenos tiempos para la hacienda real, el monarca Felipe IV cede el patronato Fernando de Valdés y Llano, cangués de nacimiento, obispo de Teruel y electo de León, arzobispo de Granada y presidente de Castilla, que financia la basílica con la condición de derruir el antiguo templo. Esta decisión no gusta a los nobles de la villa: la familia Queipo de Llano y los Omaña, que lo tomaron como una deshonra a sus antepasados, enterrados en la antigua iglesia románica. «Los nobles lo vieron como una ofensa y un ataque para quitarles de en medio -explica el actual párroco de la basílica, Juan José Blanco- hubo pleitos, pero fueron todos ganados por Valdés y Llano».

En el interior del nuevo templo, de cruz latina con una sola nave y tres capillas, cubierta por una bóveda de cañón sujeta por arcos fajones y coronada por una gran cúpula, se encuentra el mausoleo de su fundador. Su sepulcro esta situado a la izquierda del altar. A la derecha de este, esta enterrado su sobrino, el obispo Juan Queipo de Llano. Las esculturas funerarias de Valdés y Llano y el obispo Queipo de Llano son obra de Pedro Sánchez de Agrela. El escultor cangués fue autor, a su vez, del retablo situado en la pared del altar y construido inmediatamente después de la basílica (1643-1647). También ejecutada en el siglo XVII, bajo el retablo, se encuentra la sillería de madera de los canónigos.

«¿Te has fijado en las dimensiones? Todo guarda un perfecto equilibrio, dándote la sensación de que es más grande de lo que realmente es», indica el párroco mientras señala el juego de simetrías entre el arco fajón, que sustenta el coro, y la fachada, también, en perfecta sintonía con las dimensiones del retablo. Las dos imágenes de Santa María Magdalena, la del retablo y la incrustada en la fachada del edificio, coinciden en proporción y altura. «Es en su sobriedad -continua el cura- donde reside su belleza, sin necesidad de grandes ornamentaciones como otras iglesias contemporaneas a esta», resume Blanco.

El 13 de agosto de 1982, el Consejo de Ministros declaró el edificio Monumento Histórico-Artístico Nacional. Y el 18 de noviembre de 1992, el Papa Juan Pablo II le otorgó el título de basílica, título eclesiástico que ostentan solo cinco edificios más en Asturias: la catedral de Oviedo, Santa María de Llanes, Santa María la Real de Covadonga, San Juan el Real de Oviedo y el Sagrado Corazón de Jesús en Gijón.

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