«Aquí vemos cómo es el 'primer mundo' y volvemos al terreno fuertes para luchar»

La distancia de 7.829 kilómetros que separa el municipio de Vegadeo de Colombia se acortó con el recibimiento del alcalde vegadense a los refugiados latinoaméricanos dentro del programa asturiano de Atención a las Víctimas de la Violencia en Colombia. Un programa de acogida temporal -auspiciado por la Agencia Asturiana de Cooperación al Desarrollo del Principado- que «si bien tiene la capacidad de sacar del país a los colombianos en peligro, no cubre el regreso, que se produce sin garantías», señaló Javier Orozco, exdirigente del Consejo Nacional de Organizaciones Campesinas, Indígenas y Negras, y director del Programa, que en 22 años ha prestado apoyo a 134 personas.

«Es un placer recibiros. Este es uno de los grandes flecos que tenemos, un tema muy importante que no sabemos masticar. Por nuestra parte no va a quedar nada sin intentar para apoyaros», aseguró el alcalde vegadense, César Álvarez, sobre el determinante proceso de paz por el que clama el pueblo colombiano. «Aquí vemos los que significa la vida en el 'primer mundo' y retornamos al territorio fortalecidos para seguir luchando», destacó Juri Sirleny, una de las refugiadas, exdiputada de la Asamblea Departamental del Puntumayo.

Con precio fijado por su cabeza en su país natal, la política aseguró que el compromiso de Vegadeo -que ya ha aprobado por unanimidad del pleno una moción de apoyo a Colombia- «significará también mucho para el municipio», del que destacó «la apuesta por no perder la soberanía alimentaria».

«Aquí la administración tiene una acogida muy bonita por parte del campesinado. En mi país el sector está violentado por el gobierno corrupto y las empresas europeas de hidrocarburos. Vendieron un parque natural para petróleo y para sacar oro. Estamos aquí seis meses, por una labor que en Colombia es un delito», denunció Jonathan Cuéllar, médico veterinario, ensalzando la labor de los vecinos del occidente «por conservar sus propias semillas».

Actualmente Colombia, con más de 110.000 desaparecidos y 8 millones de desplazados, es el país con más minas antipersona del mundo, después de Afganistán.

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