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BELÉN G. HIDALGO
Sábado, 13 de mayo 2017, 00:06
Las heladas de madrugada de finales de abril causaron estragos en los viñedos de la comarca. Los termómetros llegaron a marcar valores negativos en las zonas de alta montaña. En Cangas del Narcea, el manto de niebla que cubrió el valle resguardó las vides a modo de invernadero: «Gracias a la niebla no tenemos que lamentar nada más. Apenas se vieron afectadas unas cuantas hileras», confiesa Víctor Álvarez, de la Bodega Monasterio de Corias. Sin embargo, las viñas de Ibias no corrieron la misma suerte. «Los viñedos más afectados por ese brusco descenso de las temperaturas están en San Antolín o Marentes», cuenta Beatriz Pérez, presidenta de la DOP Vino de Cangas. No obstante, recuerda que no fueron las viñas de la comarca las únicas afectadas. «Las heladas dañaron también los viñedos de Galicia, la Rioja y la zona del Bierzo». Señala que el gran problema originado con las heladas fue el estado tan avanzado en que se encontraban las plantas, pues había hecho muy buen tiempo hasta entonces. «Los viticultores ahora trabajan para salvar la cepa de cara al año que viene. Esta situación no se daba desde hace ochenta años», afirma.
Víctor Alejandro Chacón, propietario de la Bodega Chacón Buelta, es uno de los productores afectados. «La helada arrasó con todo el valle de Cecos. En nuestro caso logramos salvar una parte, pero la helada quemó el 60% de la viña. Aun así, hay zonas de Ibias que no pudieron salvar ni una sola planta», explica. Los viticultores coinciden en señalar que este año las vides estaban muy adelantadas y la planta es más sensible a la bajada de las temperaturas. «Nuestro objetivo ahora es que no se muera la cepa. Con una nueva poda se logra que rebrote y se pueda salvar la planta de cara a la próxima cosecha», argumenta este viticultor que tiene claro que contra los caprichos del tiempo poco se puede hacer.
En Marentes, un pueblo ibiense cercano a San Antolín, la helada dejó sin producción a José Pérez Cereigido, un pequeño viticultor aficionado, condenado a resignarse ante la adversidad del tiempo. «Este año tengo la cosecha ya recogida», lamenta con ironía. Su viña, ubicada al lado de su casa, amaneció completamente quemada por la helada. «No se pudo salvar nada. Los frutos que den estas cepas serán ya para la cosecha de 2018», explica. El año pasado había cosechado 1.700 kilos de uva. «Lo único que me queda es preparar la poda, trabajar para que no sequen las cepas y que podamos vendimiar el año que viene», confiesa invadido por un tono conformista.
Próxima cosecha
«Mientras hay vida, hay esperanza», recita la sabiduría popular. Quizás esa sea la clave para encaminar el futuro de estos viñedos. Las heladas han quemado las hojas, pero la planta aún sigue viva y pueden brotar nuevos racimos. Según Beatriz Pérez, los trabajos para la recuperación de las vides afectadas pasarían por «la limpieza y poda de lo afectado y un tratamiento posterior con el que fortalecer la planta, como por ejemplo, el abono foliar».
Precisamente sobre estas técnicas y cuidados de vides versará la sesión de formación que organiza el Ayuntamiento de Ibias y la DOP Vino de Cangas, en colaboración con la Consejería de Desarrollo Rural. Se celebrará una sesión en Cangas del Narcea, a las 13 horas, en el Centro de Empresas de Obanca y habrá una senguda en Ibias, que será a las 16 horas en el Ayuntamiento.
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